Loiola XXI

Lugar de encuentro abierto a seguidor@s de S. Ignacio de Loyola esperando construir un mundo mejor


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Qué hace la limosnería apostólica

El Papa Francisco  pobres limosneríaEl Papa Francisco almuerza con los pobres  (ANSA)

Limosnería apostólica: la caridad del Papa que no hace ruido

Un trabajo silencioso, realizado cada día, en nombre del Papa, a favor de los más necesitados: es la actividad de la Limosnería Apostólica. En el 2018, distribuyó 3,5 millones de euros a los pobres para pagar facturas y alquileres

Sergio Centofanti – Ciudad del Vaticano

La caridad de la Iglesia se remonta a los tiempos de los apóstoles. Jesús afirma que al final de nuestras vidas seremos juzgados por el amor, el amor concreto de cada día (Mt 25, 31-46). Santiago nos recuerda con fuerza que la fe sin obras ha muerto en sí misma: «Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?  Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,  y alguno de ustedes les dice: Vayan en paz, caliéntense y sáciense, pero no les dan las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?» (Stg 2:14-16).

Los orígenes de la Limosnería Apostólica

En las primeras comunidades cristianas eran los diáconos, en particular, los que se ocupaban de los pobres. Más tarde los Papas, como obispos de Roma, confiaron la tarea de la caridad al llamado Limosnero: este nombre aparece por primera vez en una Bula de Inocencio III, en el siglo XIII. La Limosnería nació formalmente en este período. León XIII, el Papa de la primera encíclica social, la Rerum novarum (1891), confió a la Limosnería la facultad de conceder la bendición apostólica a través de pergaminos. El Papa Pecci denunciaba las dramáticas condiciones de lo que llamó «la infinita multitud de proletarios» explotados por «un número muy pequeño de extranjeros» y movilizó a toda la Iglesia para apoyar a los pobres creados por la Revolución Industrial.

Facturas y alquileres

Hoy, gracias a los ingresos de los pergaminos, así como a las donaciones, la Limosnería puede ayudar en nombre del Papa a los necesitados. En 2018, se entregaron alrededor de 3,5 millones de euros a quienes no podían pagar los alquileres, las facturas de electricidad y gas, los medicamentos y las necesidades básicas. Una cifra ligeramente superior a la del 2017. La ayuda llega a todos, sin distinción, muchos son italianos y romanos: no hay que olvidar que el Papa es obispo de Roma.

Ayuda a los verdaderos pobres

Normalmente son los párrocos los que escriben al Limosnero: ellos indican quién está realmente necesitado. El Limosnero entrega al párroco un cheque, quien luego da la contribución a los necesitados, acompañándolo con una tarjeta: «Regalo del Santo Padre». La ayuda no pasa por asociaciones u organismos diversos, sino que llega directamente a la persona que el párroco considera que está realmente necesitada. Las contribuciones que salen para otros países son solicitadas por los nuncios dispersos por todo el mundo.

Trabajo silencioso

La Limosnería realiza sus actividades todos los días, en silencio: apoya comedores para los pobres, dirige la clínica médica y de salud bajo la columnata de San Pedro dedicada a la «Madre de la Misericordia» junto con duchas y barberías para los sin techo, así como el dormitorio en Via dei Penitenzieri.

Dar según la lógica del Evangelio

El actual Limosnero, el Cardenal Konrad Krajewski, se considera «la mano de la caridad del Papa». Su tarea principal -dice- es «vaciar el relato del Santo Padre para los pobres según la lógica del Evangelio».


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España: mensaje de los obispos para hoy día de la caridad

Día de la Caridad. 3 de junioDía de la Caridad. 3 de junio 

Mensaje de los Obispos españoles para el Día de la Caridad. 3 de junio

Los Obispos españoles de la Comisión Episcopal de Pastoral Social publicaron el Mensaje con motivo de la celebración de la festividad del Corpus Christi, Día de la Caridad. Esta jornada se celebra el 3 junio con el lema, “Compromiso social y caridad transformadora”.

Renato Martinez – Ciudad del Vaticano

«Compromiso social y caridad transformadora”, es el lema que los Obispos españoles de la Comisión Episcopal de Pastoral Social eligieron para el Día de la Caridad en España, que se celebra este 3 de junio, en la festividad del Corpus Christi, asimismo los Pastores españoles publicaron un Mensaje para esta jornada caritativa.

Compromiso social y caridad transformadora

“La Solemnidad del Corpus Christi – escriben los Obispos españoles en el Mensaje – nos invita a contemplar y celebrar el gran don de la presencia real de Cristo vivo entre nosotros en su cuerpo entregado y en su sangre derramada para la vida del mundo. De manera muy especial, es una llamada a entrar en el misterio de la Eucaristía para configurarnos con él”.

A la luz de este misterio de amor renovador, liberador y transformador, que es la Eucaristía, precisan los Prelados, invitamos a todos los cristianos, en particular a cuantos trabajáis en la acción caritativa y social, a un compromiso que sea liberador, que contribuya a mejorar el mundo y que impulse a todos los bautizados a vivir la caridad en las relación con los hermanos y en la transformación de las estructuras sociales.

Tu compromiso mejora el mundo

Transformados interiormente por la contemplación del amor incondicional de Jesucristo, que entrega su vida para liberarnos del mal y hacernos pasar de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida, los Obispos españoles recuerdan a todos y cada uno de los cristianos, así como a los hombres y mujeres de buena voluntad que, “Tu compromiso mejora el mundo”.

Para los cristianos, el compromiso caritativo y social, el ser con los demás y totalmente entregado a ellos, camina en paralelo con nuestra configuración con Cristo, recuerdan los Pastores, por ello, desde esta configuración con Cristo, los Responsables de la Pastoral Social proponen un cuádruple compromiso: “Vivir con los ojos y el corazón abiertos a los que sufren; cultivar un corazón compasivo; ser capaces de ir contracorriente; ser sujeto comunitario y transformador”.

La caridad es transformadora

A partir de este cuádruple compromiso, los Prelados españoles señalan que, este compromiso transformador se hace todavía más urgente al tomar conciencia de la fuerza transformadora de la caridad. Citando el magisterio social del Papa Francisco en la Evangelium Gaudium, 188, los Obispos recuerdan que la acción caritativa no es mera asistencia. “La caridad, además de ofrecer los gestos más simples y cotidianos de solidaridad, promueve el desarrollo integral de los pobres y coopera a la solución de las causas estructurales de la pobreza”.

Los Obispos españoles – escriben – también hemos insistido en esta dimensión transformadora de la actividad caritativa y hemos manifestado que «nuestra caridad no puede ser meramente paliativa, debe ser preventiva, curativa y propositiva”. Esto implica desenmascarar la injusticia por medio de la denuncia profética, socorrer al necesitado mediante la asistencia y colaborar en la organización de estructuras más justas por medio de la transformación social.

Pidamos al Espíritu una mística social transformadora

Antes de concluir su Mensaje los Pastores recuerdan que, en la plegaria eucarística hay dos momentos especialmente significativos en los que se manifiesta la fuerza transformadora de la Eucaristía. “Son las dos “epíclesis” o invocaciones al Espíritu Santo que hacemos en la celebración eucarística. En la primera pedimos al Padre que envíe su Espíritu para que el pan y el vino se conviertan en el cuerpo y la sangre del Señor. En la segunda, invocamos la acción del Espíritu sobre la comunidad eclesial para que sea una sola cosa en Cristo y haga así posible la salvación de los que participan de ella”.

En ambas epíclesis los cristianos expresamos el dinamismo transformador que encarna la celebración eucarística y descubrimos la necesidad de ser instrumentos de renovación del cosmos y de la humanidad, desde la comunión con Cristo. Pidamos, hoy, concluyen los Obispos, al Espíritu Santo que esta mística social y transformadora de la Eucaristía nos ayude a comprometernos en la transformación del mundo y en la promoción de una caridad transformadora en todas nuestras organizaciones caritativas y sociales.

Mensaje de los Obispos


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Importantes donativos al Papa

El Papa Francisco recibe un Lamborguini y lo firma en el capó

El Papa subasta Lamborghini en beneficio de cristianos en Irak

El 70% de los 715.000 euros irá destinado a Ayuda a la Iglesia necesitada para apoyar a los cristianos que se encuentran en la llanura de Nínive en Irak.

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

El Lamborghini que la compañía de automóviles donó al Papa Francisco el pasado 15 de noviembre ya se ha vendido por una cifra de 715.000 euros en la subasta de Sotheby’s en Mónaco. El dinero será donado a Ayuda a la Iglesia Necesitada para la Reconstrucción de la Llanura de Nínive en Irak.

715.000 euros es la cifra con la que el sábado 12 de mayo se vendió el Lamborghini ofrecido al Papa, superando todas las expectativas, pues su valor en un principio fue estimado entre 250.000 y 350.000 euros. Se trata de un modelo único de la gama Huracán, y que además cuenta con la firma del Pontífice en el capó.

Una subasta para obras de caridad, pues tal y cómo ya aseguró el Papa Francisco, gran parte del dinero recaudado irá destinado a Ayuda a la Iglesia necesitada para apoyar a los cristianos que se encuentran en la llanura de Nínive en Irak, quienes recibirán el 70% del importe.

El otro 30% será repartido equitativamente entre la organización italiana «Amigos de la República Centroafricana», el Grupo Internacional de Cirujanos Amigos de la Mano (GICAM) y el «Papa Comunitario Juan XXIII», una asociación italiana que ayuda a mujeres víctimas de la violencia, trata de personas y prostitución.

No se trata de la primera vez que los “Papas” reciben un regalo material costoso y con el que se les abre una oportunidad para recaudar fondos para la caridad, pues hace tres años, Benedicto XVI recibió una moto Harley Davidson con la que recaudó tras su venta 46.000 euros y en 2014 otra Harley Davidson, en esta ocasión donada al Papa Francisco, que se vendió por 242.000 euros.


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China: donativo del Papa para las obras de caridad de los católicos.

El Papa se une a las obras de caridad de los católicos chinos

La Santa Sede envía una contribución para las iniciativas de Jinde Charities, la red de obras caritativas vinculada con la Iglesia católica en China. Signo de la comunión de los católicos chinos con el obispo de Roma y con la Iglesia universal que ya se vive en el ámbito concreto y gratuito de la caridad compartida

Una de las voluntarias de Jinde Charities

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Pubblicato il 13/02/2018
Ultima modifica il 13/02/2018 alle ore 18:34
GIANNI VALENTE

El Papa Francisco se ha unido a la Iglesia católica en China para ayudar a los pobres en las zonas más necesitadas del país. Y lo hizo enviando una aportación no simbólica para apoyar las iniciativas de caridad promovidas en la República Popular China por la “Jinde Charities”, la red de obras caritativas vinculada con la Iglesia católica local.

 

Sucedió antes de la Navidad pasada, cuando el Dicasterio vaticano para el Servicio al Desarrollo Humano Integral depositó, con el visto bueno del Papa, 100 mil dólares para financiar proyectos e iniciativas a favor de las poblaciones de las zonas montañosas económicamente frágiles que rodean las megalópolis en las provincias de Hebéi y de Guizhou. Dio la noticia el periódico católico de difusión local “Faith” (Fe), dirigido por el sacerdote John Baptist Zhang Shijiang.

 

Las poblaciones de las zonas montañosas, económicamente frágiles, estuvieron al centro de las iniciativas que puso en marcha Jinde Charities durante 2017. Una preocupación que también recibió la aprobación de instituciones civiles. Durante todo el año pasado, las actividades de Jinde Charities también han puesto en marcha iniciativas parecidas que han florecido por contagio e imitación en diócesis y comunidades católicas desperdigadas por todo el territorio de China. El 3 de junio de 2017 hubo un concierto para reunir fondos; todo fue organizado por Jinde Charities, se llevó a cabo en Pekín, en la catedral, y participaron representantes de los organismos políticos chinos, como el Frente Unido y la Administración Estatal de los Asuntos Religiosos (SARA).

 

La nueva aportación del Papa y de la Santa Sede a la red Jinde Charities demuestra que en el catolicismo chino la comunión con el obispo de Roma y con la Iglesia universal se vive en el ámbito tan concreto y gratuito de la caridad compartida. El Sucesor de Pedro abraza y confirma en la fe a sus hermanos, mientras hace propia la preocupación por quienes viven en necesidades que han manifestado las comunidades católicas chinas con una miríada de obras de caridad difundidas en la inmensa nación. Un dinamismo de caridad que puede incluso evitar las rígidas contraposiciones políticas y geo-políticas: en estos días Jinde Charities está reuniendo fondos y recursos para apoyar a las poblaciones de Taiwán, afectadas por el reciente terremoto, en colaboración con la diócesis taiwanesa de Hualién, en la zona que sufrió mayores daños.

 

La ayuda de los católicos chinos para las personas necesitadas es una respuesta a los insistentes llamados de los líderes chinos y del presidente Xi Jinping para aliviar la pobreza que todavía pesa sobre gran parte de la población china. En China, entre 1990 y 2005, alrededor de 470 millones de personas salieron de la pobreza extrema, y ahora el gobierno ha concentrado precisamente en las remotas zonas montañosas sus políticas para elevar el nivel material de vida de los 70 millones de pobres que todavía hay. Pero la res impresionante de obras de caridad (casas para huérfanos, institutos de asistencia para discapacitados, enfermos mentales, personas ancianas y no auto-suficientes, guarderías, dispensarios para los pobres) animada por la comunidad católica en la China popular es un fenómeno que normalmente la corriente mediático-clerical (actualmente empeñado en la campaña para tratar de sabotear un posible acuerdo entre la Santa Sede y el gobierno chino sobre la cuestión de los nombramientos de los obispos. Sin embargo, en la actual condición histórica del catolicismo en China, precisamente estas realidades pueden convertirse en espacios verdaderos para anunciar y ofrecer testimonio del Evangelio.

 

En la China sacudida por impresionantes procesos de transformación social, las obras de misericordia corporal y espiritual representan una vía privilegiada para constatar la liberación cristiana en el contexto social y político chino. El Papa, junto con sus colaboradores, con el apoyo explícito y cordial a las iniciativas de caridad que ja puesto en marcha la Iglesia en China, manifiestan una clarividencia apostólica ignorada por las lobbies político-clericales que viven como una pesadilla la hipótesis de ver caer los muros entre la Santa Sede y la República Popular China.


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Caritas de España en la Navidad y el Año Nuevo.

Cáritas España deseos para el nuevo año 2018Cáritas España asiste a más de 4 millones de personas con sus proyectos sociales. 

Cáritas España y sus deseos para el 2018

El equipo de trabajadores y voluntarios de Cáritas España comparte en las Redes Sociales sus mejores deseos para el nuevo año.

Como es habitual, al inicio de un nuevo año las personas intercambian saludos, deseos y buenas intenciones celebrando la nueva etapa que comienza.

También los cristianos, estamos invitados a «empezar de nuevo» renovando con esperanza nuestra misión, dejando atrás todas las cargas del año pasado. Y así lo han hecho los trabajadores y voluntarios de Cáritas España compartiendo a través de las Redes Sociales sus deseos y propósitos más profundos para este 2018, animados como siempre, en su importante labor de asistir a los más desfavorecidos y de luchar por una sociedad más fraterna.

«Trabajo, viviendas dignas para todos, salud, paz  y sonrisas para los niños del mundo», son algunos de los deseos que escuchamos en las voces de estos representantes del gran equipo de Cáritas, que con esfuerzo e ilusión, ponen a disposición del prójimo, su tiempo, sus conocimientos, su atención y disponibilidad.

A través de sus numerosos proyectos sociales la red de Cáritas en España asiste a más de 4 millones de personas. Está constituida por 6.051 Cáritas parroquiales, 70 Cáritas diocesanas y sus correspondientes Cáritas regionales o autonómicas. Asimismo, forma parte de la Confederación Cáritas Internacional integrada por 162 organizaciones católicas de asistencia, desarrollo y servicio social,  presentes en más de 200 países y territorios, que trabajan en la construcción de un mundo más justo para todos y para que el desarrollo llegue a todos los países de la tierra.

Deseos del equipo de Cáritas España para el 2018

 

 

03 enero 2018, 14:29


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Palabras de aliento del Papa a la pequeña iglesia de Myanmar

“Aquí la Iglesia está ayudando a muchos, sin distinciones étnicas o religiosas”

La misa de Francisco en el Kyaikkasan Ground de Rangún: «Sé que muchos en Myanmar llevan las heridas de la violencia. Pensemos que la cura puede venir de la rabia y de la venganza. Sin embargo, la vía de la venganza no es la vía de Jesús»

El Papa durante la misa en Rangún

Pubblicato il 29/11/2017
Ultima modifica il 29/11/2017 alle ore 06:02
ANDREA TORNIELLI
ENVIADO A RANGÚN (MYANMAR)

En un país en el que todavía hay muchas heridas «visibles e invisibles» abiertas, y en donde el odio y la violencia debido a motivos étnicos todavía están vivos, hay que recordar que «la vía de la venganza no es la vía de Jesús». Lo hizo el Papa Francisco durante la homilía de la misa en el Kayaikkasan Ground, la zona de 60 hectareas que s eencuentra en el corazón de Rangún en donde se practican unas 30 disciplinas deportivas y en donde también se encuentra el Ministerio del deporte. Es una zona en la que pueden caber 250 mil personas. Allí se reunió el pequeño pueblo católico de Myanmar par encontrarse con el Papa. Eran muchos lo sue estaban, más de 100 mil. Según un primer cálculo de las autoridades locales había unas 150 mil personas. El palco papal estaba cubierto por un techo finamente decrado con motivos dorados orientales.

 

Francisco lleva los paramentos de color verde oscuro, recamados con motivos de flores típicos de la región. Hay cantos en latín y en la lengua local. Las oraciones de los fieles fueron recitadas en las lenguas shan, chin, tamil, karen, Kachin y kayan. La misa fue celebrada en latín, inglés y birmano. Francisco pronunció la homilía en italiano, con traucción al birmano.

 

El Papa indicó que es «necesario  recordar que tenemos ante nosotros una brújula segura: el Señor crucificado. En la cruz, encontramos la sabiduría que puede guiar nuestras vidas con la luz que proviene de Dios. Desde la cruz también nos llega la curación. Allí, Jesús ofreció sus heridas al Padre por nosotros, las heridas que nos han curado. ¡Que siempre tengamos la sabiduría de encontrar en las heridas de Cristo la fuente de toda curación!».

REUTERS

«Sé que muchos en Myanmar llevan las heridas de la violencia, heridas visibles e invisibles. Existe la tentación –explicó– de responder a estas heridas con una sabiduría mundana que, como la del rey en la primera lectura, está profundamente equivocada. Pensamos que la curación pueda venir de la ira y de la venganza. Sin embargo, la vía de la venganza no es la vía de Jesús. El camino de Jesús es radicalmente diferente. Cuando el odio y el rechazo lo condujeron a la pasión y a la muerte, él respondió con perdón y compasión».

 

En un país fuertemente marcado por el odio étnico (basta recordar el destino de los Rohinyá, pero también el de muchas otras minorías que en este momento sufren a pesar de no estar bajo la atención de los medios internacionales), las palabras del Papa indican la única vía cristiana posible. La cercanía a estas otras minorías religiosas está simbólicamente expresada en el pastoral artesanal de madera que usa el Pontífice: se lo regalaron los Kachin que ahora se encuentran en los campos para refugiados de la ciudad de Winemaw, en el estado de Kachin, con una población principalmente cristiana, en la parte septentrional de Myanmar.

 

«Sé que la Iglesia en Myanmar ya está haciendo mucho para llevar a otros el bálsamo saludable de la misericordia de Dios, especialmente –reconoce el Pontífice– a los más necesitados. Hay muestras claras de que, incluso con medios muy limitados, muchas comunidades anuncian el Evangelio a otras minorías tribales, sin forzar ni coaccionar, sino siempre invitando y acogiendo».

 

Después, el Papa recuerda que las actividades caritativas son ejercidas sin distinciones: «En medio de tanta pobreza y dificultades, muchos de ustedes ofrecen ayuda práctica y solidaridad a los pobres y a los que sufren. Con el servicio diario de sus obispos, sacerdotes, religiosos y catequistas, y en particular a través de la encomiable labor de la Catholic Karuna Myanmar y de la generosa asistencia proporcionada por las Obras Misionales Pontificias, la Iglesia en este país está ayudando a un gran número de hombres, mujeres y niños, sin distinción de religión u origen étnico».

 

Es por ello que el Papa afirma: «Soy testigo de que la Iglesia aquí está viva, que Cristo está vivo y está aquí con ustedes y con sus hermanos y hermanas de otras comunidades cristianas. Los animo a seguir compartiendo con los demás la valiosa sabiduría que han recibido, el amor de Dios que brota del corazón de Jesús».


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S. Vicente de Paul: cuarto centenario de su obra. Discurso del Papa

Caridad que dura por siglos, el Papa recibe a la Familia Vicentina

2017-10-14 Radio Vaticana

 

El sábado 14 de octubre el Papa Francisco recibió a más de 10 mil miembros de la Familia Vicentina en una audiencia con motivo del Año Jubilar convocado por los Vicentinos por los 400 de fundación. En el marco de este momento de encuentro, testimonio, música y oración, el Papa rezó ante el corazón de San Vicente, reliquia especialmente traída a Roma para esta ocasión desde París, asimismo se lanzó la Alianza Global por los Sin Techo. El Santo Padre empezó saludando afectuosamente a estos hermanos, recordando que están en movimiento por los caminos del mundo, como San Vicente les pediría también hoy. “San Vicente ha generado un impulso de caridad que dura por los siglos”, les dijo, alentándolos a seguir este camino reflexionando sobre tres verbos “importantes para el espíritu vicentino, pero también para la vida cristiana en general: adorar, acoger, ir”.

Adorar. Son numerosas las invitaciones de San Vicente a cultivar la vida interior y a dedicarse a la oración que purifica y abre el corazón. Para él la oración es esencial. Es la brújula de cada día, es como un manual de vida, es – escribía – el «gran libro del predicador»: solamente rezando se obtiene de Dios el amor para derramar sobre el mundo; solamente rezando se tocan los corazones de la gente cuando se anuncia el Evangelio (cfr Carta a A. Durand, 1658).

Para San Vicente, notó el Papa, la oración no es solamente un deber y mucho menos un conjunto de fórmulas. La oración es detenerse ante Dios para estar con Él, para dedicarse simplemente a Él…

Ésta es la oración más pura, aquella que hace espacio al Señor y a su alabanza, y a nada más: la adoración. Quien adora, quien frecuenta la fuente viva del amor no puede más que quedarse, por decir, “contaminado”. Y comienza a comportarse con los demás como el Señor hace con él: se vuelve más misericordioso, más comprensivo, más disponible, supera las propias rigideces y se abre a los demás.

Llegamos al segundo verbo: acoger. Cuando escuchamos esta palabra, viene de inmediato a la mente algo por hacer. Pero en realidad acoger es una disposición más profunda: no pide solamente hacer lugar para alguien, sino ser personas acogedoras, disponibles, acostumbradas a darse a los demás. Como Dios por nosotros, así nosotros por los otros. Acoger significa redimensionar el propio yo, enderezar la manera de pensar, comprender que la vida no es mi propiedad privada y que el tiempo no me pertenece. Es un lento despegarse de todo aquello que es mío: mi tiempo, mi descanso, mis derechos, mis programas, mi agenda. Quien acoge renuncia al yo y hace entrar en la vida el tú y el nosotros.

El ultimo verbo: ir.

El amor es dinámico, sale de sí. Quien ama no está sentado mirando, esperando la llegada de un mundo mejor, sino que con entusiasmo y sencillez se levanta y va. San Vicente lo dijo bien: «Nuestra vocación es ir, no a una parroquia y ni siquiera a una diócesis, sino por toda la tierra. ¿Y a hacer qué ?  A encender el corazón de los hombres, haciendo aquello que hizo el Hijo de Dios, que ha venido a traer el fuego al mundo para inflamarlo de su amor» (Conferencia del 30 de mayo 1659). Esta vocación es siempre válida para todos. Coloca a cada uno interrogantes : “¿Voy al encuentro de los otros, como quiere el Señor? ¿Llevo a donde voy este fuego de la caridad o me quedo encerrado a calentarme frente a mi chimenea?”.

A la familia vicentina Francisco deseó “no detenerse, sino continuar tomando cada día de la adoración, el amor de Dios y a difundirlo por el mundo a través del buen contagio de la caridad, de la disponibilidad, y de la concordia”.


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Experiencia de un voluntario en la casa de Madre Teresa de Calcuta.

Un día como voluntario entre los enfermos de la Madre Teresa

En Calcuta, entre las monjas que asisten a los últimos, su recuerdo está vivo. Ayudar a quien sufre es una cura a la lepra del Occidente: la soledad

Un día como voluntario entre los enfermos de la Madre Teresa

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Pubblicato il 02/09/2017
Ultima modifica il 02/09/2017 alle ore 19:14
CARLO PIZZATI
CALCUTA

El voluntario llega a un callejón donde se lee «Mother House». En la pared de enfrente hay un grafiti de una hoz y un martillo. Una monja con su sari blanco bordado con rayas bancas llena de polvo color mostaza la piel irritada de un perro cojo. Al entrar, el voluntario es recibido con la sonrisa dulce de otras monjas. En el primer patiecito, una estatua gris de la Santa extiende una mano con la palma hacia abajo para que los peregrinos se inclinen y reciban la bendición de la escultura.

 

Pasando a otro patio más amplio, que se abre sobre cuatro plantas de habitaciones y oficinas, a la izquierda hay una escalera que lleva a la celda de la Madre Teresa (camita, banca, escritorio) y por la derecha se llega a su tumba.

 

Allí todo es un bullicio de saris bancos y fieles que cantan y rezan uniéndose a la misa que celebra un joven sacerdote. Los fieles pasan siguiendo las manecillas del reloj, hacen peticiones y apoyan las frentes sobre la piedra. En el centro de la plancha de mármol gris destaca un corazón de pétalos de rosas rojas. Una mujer recoge uno y se lo come, como si fuera una hostia consagrada. A través del contacto con la estatua y del sabor dulce del pétalo se busca un contacto sensorial con Santa Teresa, cuyo nombre original en albanés significa precisamente Rosita.

 

La acogida

 

El voluntario pregunta si puede visitar uno de los centros en los que viven los moribundos, los leprosos, los anearemos y los afligidos. La que recibe a los visitantes que quieren saber algo más es sor Blessiella, el cliché de la monja severa: «¡Pero hay demasiado poco tiempo! ¿Mañana? Tenía que mandar una petición por escrito. Se ve que usted no entiende para nada lo que hacemos aquí. Como sea, está bien. Preséntese mañana a la misa de 6 y ya veremos». Perdone, dice el voluntario, pensando en una frase famosa de la Santa: «El sufrimiento es un don de Dios».

 

Llega el alba. Las calles están desiertas. En el primer piso 100 monjas y 60 voluntarios rezan de rodillas. Las novicias admiran extasiadas a un sacerdote español con barba y advierten, dentro de él, a un Cristo en la cruz que se le parece mucho. La Madre Superiora tiene más de 70 años, pero resiste de rodillas, pálida e impasible, al lado de una monja que toca un organito, transportada por un canto angelical a dos voces que desafía los claxons, camiones, ladridos que llegan desde las ventanas abiertas.

 

La oración

 

Una comitiva de 45 fieles madrileños lista para el último de 18 días de voluntariado. Mujeres con trenza, camisetas y pantalones estampados tipo «vengo de hacer una hora de yoga». Hombres con pantaloncillos cortos y coleta. Después de una hora de Ave María, Mea Culpa, Aleluya y Padre Nuestro, una monja se adormila sobre la banca con el breviario entre las manos.

 

Hace calor. Es Calcuta. Es verano. El voluntario casi se arrepiente. Recuerda el aire acondicionado. Pero es demasiado tarde. Desayuno de pan, plátanos y te con leche, y después una caminata de 40 minutos de sudores atravesando el «slum», esquivando jeeps de la policía, trenes, caca de vaca, hombres que se enjabonan en las duchas colectivas, niños que se burlan de los extranjeros, establos, montañas de basura, multitudes que bajan del tren mientras una mujer canta con melancolía al final del andén.

 

Parece una coreografía ensayada a la perfección. Pero el voluntario sabe que necesita tener paciencia. La ciudad de la alegría le llegará a dar alguna. Y finalmente se llega a las rejas azules de Prem Dan, casa para moribundos y afligidos, como advirtió la monja durante el registro. Mutilados con la gasa manchada de yodo, enfermos y discapacitados sentados bajo un techo huyendo del calor. Los más graves están en una habitación enorme. Un hombre con una malformación en el estómago tan grande como un recién nacido, con los brazos y las piernas esqueléticos, yace en una camilla. Otro, también un montón de huesos, no quiere volver a levantarse. Una ambulancia se lleva a un muerto.

 

Hay que subir a la terraza. El voluntario se pone una bata y durante dos horas, pañuelo en la cabeza a la pirata, se pone a exprimir paños, pantalones, camisetas, camisas, telas, sábanas y las cuelga bajo un sol inclemente. Tres chicos españoles en vena mística. «El hombre, para mí, es fundamentalmente bueno, después es desviado», dice Francisco, “papaboy” catalán con una pulsera que dice: «Di no a la droga» (y, explica, a la pornografía). Lucas, el andaluz, es escéptico: «No creo en un ser superior. Creo que hay seres iluminados como la Madre Teresa o Vincent Ferrer, que han cambiado algunas cosas en el mundo. Pero no creo en el Dios Cristiano o en el paraíso. Pero si hay un infierno debe ser, seguramente, ¡una sala VIP para catalanes!», dice dándole una palmada a Francisco.

 

El trabajo

 

Aquí ya se comienza a percibir el principio de esa euforia y energía que va aumentando, a pesar de estar rodeada de sufrimiento y muerte. O tal vez precisamente por ello. Entre más desagradables y humildes son las tareas, más fuerte es la carga que llevarlas a cabo parece infundir al voluntario. Y el sentimiento de union, de una cura para eso que la Madre Teresa llamaba la lepra del Occidente: la soledad.

Así, Alfonso, un vasco corpulento y platicador, va ofreciendo a los afligidos cortarles las uñas de los pies y de las manos. Andreas, el argentino hippie, parece feliz de vaciar contenedores de orina, después de haber rebordeando las camas de la mitad de los enfermos que se someten a la diálisis, unos sin un ojo, otros con articulaciones deformes, pero todos con sonrisas luminosas.

 

Llega la hora de lavar platos y vasos. Rocío, María y Cristina, tres hermanas de Madrid, dicen que en el sector femenino se hacen más o menos las mismas cosas. «Pero, además de cortar las uñas, también les ponemos esmalte», se ríe María. Pilar vuelve mañana a Madrid a su trabajo de secretaria de un notario. «Es una experiencia que te cambia —admite—; los primeros tres días: shock total. Pensé que no iba a poder. Calor, ruido, peste, perros, cuervos, suciedad, comida. Trauma. Después me he acostumbrado. Ahora vuelvo feliz de volver. No como después de las vacaciones en el mar, cuando el final de las vacaciones es una tristeza…».

 

¿Volun-turismo? Sí, un poco. Se tiene la sensación de que algunos hacen las dos o tres semanas no por vocación, sino por la experiencia y para poder decir que lo han hecho.

 

Volun-turismo

 

Andy es un estudiante alemán, alto, flaco, con sonrisa simpática: «Próxima etapa: Varanasi y Mumbai. Vine para hacer una experiencia. No soy muy religioso Claro, de mis impuestos doy a la Iglesia, pero vine para entender. Ver a la gente que duerme sin techo, o aquí entre los afligidos, es tremendo. Pero no le sirve a nadie que te emociones de tu empatía. Aquí se hace algo concreto. Y me servirá cuando piense que las cosas no van bien, en Alemania, y cuando me enoje porque no hay wi-fi o porque no encuentro un Starbucks. Entonces me acordaré que le quité la barba a un enfermo que temblaba en Calcuta».

 

Keith, ex legionario neozelandés, sobre todo se ocupa de llevar charolas de té caliente a los afligidos. mientras Lucas, enjuagando vasos de aluminio, admite: «¡Después de tres semanas, qué aburrido! ¡Siempre lo mismo!». El argentino grita contra un grupo de voluntarios que sacan sus teléfonos: «¿Les parece un lugar para tomarse un selfie?».

 

Se acerca sor Sabina. En 1961, a los 18 años, hizo los votos en Kerala. Fue la Madre Teresa en persona a recogerla a ella y a su hermana a la estación. «Llevaba en la mano nuestra carta, nos dijo que fuéramos con ella. La seguimos. Fue un viaje cansado, nunca habíamos estado en un tren. Después cambió nuestras vidas. Mi hermana fue a Siberia. Ahora está en México. Tiene 80 años. He estado por toda la India con las hermanas misioneras. De vez en cuando voy a Kerala a ver a mi familia, pero mi familia es esta. ¿Cómo era la Madre? La madre es la madre. Es todo. Era la mamá que me ponía las medicinas en la boca cuando tenía fiebre. Esa era la madre. Toda corazón. Toda amor».

 

Se sigue así hasta el atardecer. Lepra, enfermos terminales. Dolor, pero ánimo. Por la tarde se vuelve a la Casa Madre. «Lo que se vive externamente aquí —concluye Pilar, católica practicante— es lo que siento dentro durante la oración». El día es largo, pero al final, a pesar de no ser creyente, el voluntario se da cuenta con sorpresa de que no se siente cansado, sino que tiene más energía que por la mañana a las 6. Ese voluntario soy yo.


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Un amor verdadero, no hipócrita. Palabras del Papa.

“Pecado gravísimo” cerrar empresas y quitar trabajo

El Papa advirtió sobre el amor hipócrita: «Existe la falsa idea de que, si amamos, es porque somos buenos». Durante la Audiencia general algunos fieles chinos se arrodillaron ante Francisco. Llamado por los trabajadores de Sky Italia
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Papa Francisco saludando a los fieles de la Plaza San Pedro

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Pubblicato il 15/03/2017
IACOPO SCARAMUZZI
CIUDAD DEL VATICANO

«Que la caridad no tenga ficciones». Papa Francisco comenzó su reflexión a partir de este pasaje de la Carta de San Pablo a los romanos, durante la Audiencia general en la Plaza San Pedro, para advertir sobre «un amor vivido con hipocresía», «egoísmo disfrazado de amor», caridad hecha «para sentirnos satisfechos» o por «visibilidad». Todas estas actitudes esconden «una idea falsa, engañosa, es decir que, si amamos, es porque somos buenos». Mientras el amor es gracia de Dios, «que nos permite, incluso en nuestra pequeñez y pobreza, experimentar la compasión del Padre y celebrar las maravillas de su amor». Al final de la catequesis, Francisco hizo un llamado por los trabajadores de Sky Italia, subrayando que, en general, «quien por maniobras económicas, para hacer negocios no del todo claros, cierra fábricas, cierra empresas y le quita el trabajo a los hombres, comete un pecado gravísimo».

 

Al principio de la Audiencia, cuando Jorge Mario Bergoglio bajó del jeep blanco, después de su acostumbrada vuelta entre los fieles presentes en la plaza San Pedro, se encontró primero con un niño, luego con una señora, que pasó casi gateando entre las piernas de los guardias suizos, y un anciano chinos, que se arrodillaron frente al Papa para besarle las manos y pedirle que bendijera una estatua de una Virgen.

 

San Pablo, dijo Francisco, «nos pone en guardia: existe el riesgo que nuestra caridad sea hipócrita, que nuestro amor sea hipócrita. Entonces nos debemos preguntar: ¿Cuándo sucede esto, esta hipocresía? Y ¿Cómo podemos estar seguros de que nuestro amor sea sincero, que nuestra caridad sea auténtica? ¿De no aparentar de hacer caridad o que nuestro amor no sea una telenovela? Amor sincero, fuerte. La hipocresía puede introducirse en todas partes, también en nuestro modo de amar. Esto se verifica cuando nuestro amor es un amor interesado, motivado por intereses personales; y cuantos amores interesados existen… cuando los servicios caritativos en los cuales parece que nos donamos son realizados para mostrarnos a nosotros mismos o para sentirnos satisfechos: “pero, qué bueno que soy”, ¿no?: esto es hipocresía; o aún más, cuando buscamos cosas que tienen “visibilidad” para hacer alarde de nuestra inteligencia o de nuestras capacidades. Detrás de todo esto existe una idea falsa, engañosa, es decir que, si amamos, es porque nosotros somos buenos; como si la caridad fuera una creación del hombre, un producto de nuestro corazón».

 

Por el contrario, la caridad «es sobre todo una gracia, un regalo; poder amar es un don de Dios, y debemos pedirlo. Y Él lo da gustoso, si nosotros se lo pedimos. La caridad es una gracia: no consiste en el hacer ver lo que nosotros somos, sino en aquello que el Señor nos dona y que nosotros libremente acogemos; y no se puede expresar en el encuentro con los demás si antes no es generada en el encuentro con el rostro humilde y misericordioso de Jesús. Pablo nos invita a reconocer que somos pecadores, y que también nuestro modo de amar está marcado por el pecado. Al mismo tiempo, pero, se hace mensajero de un anuncio nuevo, un anuncio de esperanza: el Señor abre ante nosotros una vía de liberación, una vía de salvación. Es la posibilidad de vivir también nosotros el gran mandamiento del amor, de convertirnos en instrumentos de la caridad de Dios. Y esto sucede cuando nos dejamos sanar y renovar el corazón por Cristo resucitado. El Señor resucitado que vive entre nosotros, que vive con nosotros es capaz de sanar nuestro corazón: lo hace, si nosotros lo pedimos. Es Él quien nos permite, a pesar de nuestra pequeñez y pobreza, experimentar la compasión del Padre y celebrar las maravillas de su amor. Y entonces se entiende que todo aquello que podemos vivir y hacer por los hermanos no es otra cosa que la respuesta a lo que Dios ha hecho y continúa a hacer por nosotros. Es más, es Dios mismo que, habitando en nuestro corazón y en nuestra vida, continúa a hacerse cercano y a servir a todos aquellos que encontramos cada día en nuestro camino, empezando por los últimos y los más necesitados en los cuales Él en primer lugar se reconoce».

 

Todos, continuó Papa Bergoglio, «tenemos la experiencia de no vivir a plenitud o como deberíamos el mandamiento del amor. Pero también esta es una gracia, porque nos hace comprender que por nosotros mismos no somos capaces de amar verdaderamente: tenemos necesidad de que el Señor renueve continuamente este don en nuestro corazón, a través de la experiencia de su infinita misericordia. Y entonces sí que volveremos a apreciar las cosas pequeñas, las cosas sencillas, ordinarias; que volveremos a apreciar todas estas cosas pequeñas de todos los días y seremos capaces de amar a los demás como los ama Dios, queriendo su bien, es decir, que sean santos, amigos de Dios; y estaremos contentos por la posibilidad de hacernos cercanos a quien es pobre y humilde, como Jesús hace con cada uno de nosotros cuando nos alejamos de Él, de inclinarnos a los pies de los hermanos, como Él, Buen Samaritano, hace con cada uno de nosotros, con su compasión y su perdón».

 

Al final de la catequesis, el Papa saludó, entre otros, a las personas que participaron en el congreso promovido por el Movimiento de los Focolares, en ocasión del 50 aniversario de su fundación, y los exhortó a ofrecer testimonio de la belleza de las familias nuevas, guiadas por la paz y por el amor de Cristo.

 

Francisco dirigió un «pensamiento especial» a los trabajadores de Sky Italia, que en una nota habían anunciado la presencia de un contingente de unos cien empleados para denunciar la situación «dramática de alrededor de 600 personas y sus familias», después de que la empresa revelara el plan de recortes y transferencias. «Espero –dijo el Papa– que su situación laboral pueda encontrar una solución rápida, en el respeto de los derechos de todos, especialmente de las familias». Francisco añadió: «El trabajo nos da dignidad y los responsables de los pueblos, los dirigentes, tienen la obligación de hacer todo lo posible para que cada hombre y cada mujer pueda trabajar, para tener la frente en alto, ver a la cara a los demás, con dignidad. Quienes, por maniobras económicas, para hacer negocios no del todo claros, cierra fábricas, cierra empresas y le quita el trabajo a los hombres, esta persona comete un pecado gravísimo».


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Emotivo encuentro del Papa con los familiares de la masacre de Dacca (Bangladesh)

Cómo se siembra la paz- El encuentro con los familiares de las víctimas de la masacre de Dacca (Bangladesh)

2017-02-22 L’Osservatore Romano

«No os habéis quedado en la rabia, en la amargura y en las ganas de venganza sino que habéis emprendido, con el dolor dentro, el camino del amor para construir y ayudar a la gente de Bangladesh, sobre todo a los jóvenes para que puedan estudiar: esto es sembrar paz y os doy las gracias, para mí es un ejemplo». Es con estas palabras que el Papa Francisco abrazó a treinta y tres familiares de seis de las nueve víctimas italianas de la masacre que tuvo lugar en Dacca, en Bangladesh, en la noche del 1 al 2 de julio de 2016: Marco Tondat, Christian Rossi, Maria Riboli, Vincezo D’Allestro, Claudio Cappelli y Simona Monti. El encuentro tuvo lugar el miércoles por la mañana, a las 9.10, en el aula junto al Aula Pablo VI, justo antes de la audiencia general en la plaza de San Pedro. «Es fácil tomar el camino que del amor lleva al odio — indicó el Pontífice — mientras que es difícil hacer lo contrario: de la amargura y del odio ir hacia el amor».

Para acompañar al grupo — del que formaban parte seis niños — estaba monseñor Valentino Di Cerbo, obispo de Alife-Caiazzo. «Vincenzo, una de las víctimas — explicó el prelado al Papa al inicio del encuentro — era de Piedimonte Matese, un pueblo de mi diócesis». El obispo presentó a Francisco el perfil de las víctimas: «Eran buenas personas, que fueron a Bangladesh para trabajar pero no para explotar a ese pueblo: es más, se esforzaban mucho para ayudar a los más pobres colaborando con la comunidad católica local». Y para confirmar este estilo solidario, «de la tragedia continúan floreciendo iniciativas concretas para la gente de Bangladesh» señaló el prelado al Papa. Precisamente para hacer evidente «el compromiso para testimoniar un mensaje de paz», le entregaron a Francisco nueve plantas de olivo con los nombres — escritos en pequeñas imágenes de palomas blancas — de las personas asesinadas.

Y al Pontífice se le presentaron algunos proyectos solidarios concretos. Así don Luca Monti, hermano de Simona — una de las víctimas, tenía treinta y tres años y esperando a dar a luz un niño — contó al Papa que precisamente anoche regresaba a Dacca: a través de la asociación Ayuda a la Iglesia Necesitada. De hecho, la familia Monti ha hecho construir la iglesia de San Miguel en Harintana, pequeña ciudad en el sur del país, en la diócesis de Khulna. «Los primeros fondos los recogimos en el funeral de mi hermana» explicó don Luca que es párroco de Santa Lucía de Serino, en el Avellino. «Los ciento veinticinco católicos de Harintana — cuenta — hasta ahora estaban obligados a atravesar dos ríos para alcanzar una pequeña iglesia de madera, dañada y demasiado pequeña para acoger a toda la comunidad». Y así, «el viernes, después de cinco meses de trabajo, la iglesia será consagrada».

Para presentar al Papa las iniciativas promovidas por las asociaciones “En viaje con Vincenzo” y “Amigos de Carlotta” estaba María Gaudio, mujer de Vincenzo. «Queremos garantizar becas a los jóvenes de Bangladesh y esta es la mejor forma para recordar a nuestros seres queridos que ya habían dado vida a iniciativas para los más pobres, sobre todo para los niños» dice la mujer. Para cada uno de los familiares, el Pontífice tuvo una palabra de consuelo y un abrazo. Y escuchó, conmovido, sus recuerdos personales. «Todas palabras de serenidad y de paz» quiso remarcar monseñor Di Cerbo.