Loiola XXI

Lugar de encuentro abierto a seguidor@s de S. Ignacio de Loyola esperando construir un mundo mejor


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Después del encuentro de los presidentes de las conferencias episcopales. Primeros resultados.

P. Hans Zollner: Encuentro sobre Protección de Menores ha comenzado a dar frutos

La apertura de espacios destinados a la escucha de las víctimas como consecuencia del Encuentro sobre Protección de Menores que se llevó a cabo en el Vaticano: fue uno de los frutos señalados por el jesuita Hans Zollner, Presidente del Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana, a tres semanas del Summit

Griselda Mutual – Ciudad del Vaticano

Escuchar a las víctimas, sensibilizar, aumentar el conocimiento, desarrollar nuevos procedimientos, compartir buenas prácticas, fueron algunos de los objetivos del Encuentro sobre Protección de Menores en la Iglesia que se llevó a cabo en el Vaticano del 21-24 de febrero. El Padre Hans Zollner, Presidente del Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana y miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de Menores, reflexiona sobre los frutos inmediatos que siguieron a este evento, como por ejemplo la revisión de las Líneas Guía en algunas conferencias episcopales, la apertura de centros de escucha y la implementación de la información en materia de prevención de abusos.

El sacerdote jesuita hace el foco en la importancia de la voz de las víctimas y también la de los medios de comunicación, que tienen la tarea – dice – de denunciar donde hay crímenes, donde hay inercia, donde hay incapacidad o poca voluntad de hacer justicia a las víctimas, y también, la de comprometerse en todo lo que la prevención del abuso exige.

La entrevista es de Gudrun Sailer.

Hace tres semanas tuvo lugar en el Vaticano la gran conferencia sobre la Protección de los Menores en la Iglesia. ¿Qué consecuencias ha observado desde entonces?

R.- Bueno, leí y escuché que los presidentes de las conferencias episcopales que regresaron a su país, han empezado no sólo a relacionar lo que han vivido, escuchado y aprendido en estos tres días y medio, sino que han comenzado a revisar sus líneas guías, que han pedido la ayuda del Centro para la Protección de Menores de la Gregoriana, para la implementación de información en materia de prevención de abusos, que han hablado de la cooperación con las autoridades civiles en estos países. Es decir, un reto, mi reto principal de este encuentro, a mi parecer, ha llegado a dar frutos. Los participantes han sido impactados, han vivido un momento muy fuerte personal y espiritual, que lógico, es sinodal, es decir, de comunión de Iglesia del mundo entero, y han entendido que tienen que hacer algo en su país, en su área de responsabilidad, lo que fue la motivación principal de este encuentro mundial de los líderes de la Iglesia. Es decir, el sensibilizar a estos líderes para ayudarles concretamente con lo que la Iglesia exige de ellos, y ayudarles a comprender que no tenemos que esperar otros años, sino empezar ahora con las medidas posibles.

En algunas partes del mundo hay mucha ira contra la Iglesia católica por el tema del abuso, como por ejemplo en Francia y Australia. Los tribunales han condenado a dos cardenales. ¿Puede la cólera de las víctimas y de la gente ayudar en la prevención?

R.- La voz de las víctimas es la voz más importante en todo ese proceso, porque nos motiva y ciertamente nos da la fuerza para continuar en esta lucha contra el mal. Esto porque una persona que escucha a una víctima, ciertamente quedará transformado por lo que ha escuchado. El dolor, el sufrimiento, la pérdida de la fe, la pérdida de la relación con Dios, de la relación con la comunidad eclesial, todo esto, en un sacerdote, un obispo, y en cualquier persona que escuche a una víctima de abusos, ciertamente dejará una huella muy importante, y a mi parecer, dará también la fuerza para comprometerse en esta lucha. Por eso la voz de las víctimas es importante, como lo es también la voz de los medios de comunicación que tienen la tarea de denunciar donde hay crímenes, donde hay inercia, donde hay incapacidad o poca voluntad de hacer justicia a las víctimas, de escuchar a las víctimas, y comprometerse en todo lo que la prevención del abuso exige. Por eso una de las noticias más bonitas, por ejemplo, que recibí en España, fue que al menos en algunos lugares, diócesis, congregaciones y órdenes religiosas, están abriendo espacios de escucha a víctimas. Eso es una de las cosas principales. Por ejemplo también en Francia, la Conferencia Episcopal ha decidido, antes de la sentencia contra el cardenal Barbarin, ya hace algunos meses, que la voz de víctimas esté presente y sea representada en cada una de las reuniones de la conferencia misma, y cada seis meses, cuando se reúnan los obispos franceses, estará allí la voz de las víctimas que será escuchada y, creo yo, que será una de las medidas principales para continuar e intensificar este compromiso.

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La pederastia y el magisterio de la iglesia los últimos años.

Incontro in Vaticano sulla Protezione dei minori nella ChiesaIncontro in Vaticano sulla Protezione dei minori nella Chiesa  (Vatican Media)

Pedofilia: chiarezza necessaria nel magistero della Chiesa

Da quando i Papi hanno cominciato a parlare di pedofilia? Solo dagli anni recenti, allorché il pensiero dominante ha contribuito a una lettura ‘disinvolta’ di alcuni vincoli etici e la globalizzazione della comunicazione ha portando alla luce crimini orrendi. Decisivo punto di svolta, l’incontro in Vaticano voluto da Papa Francesco sulla protezione dei minori nella Chiesa

Laura De Luca – Città del Vaticano

“Se nella Chiesa si rilevasse anche un solo caso di abuso – che rappresenta già di per sé una mostruosità – tale caso sarà affrontato con la massima serietà. (…) Nella rabbia, giustificata, della gente, la Chiesa vede il riflesso dell’ira di Dio, tradito e schiaffeggiato da questi disonesti consacrati. L’eco del grido silenzioso dei piccoli, che invece di trovare in loro paternità e guide spirituali hanno trovato dei carnefici, farà tremare i cuori anestetizzati dall’ipocrisia e dal potere. Noi abbiamo il dovere di ascoltare attentamente questo soffocato grido silenzioso”.

Parole accorate di Papa Francesco nel suo discorso al termine dell’incontro “La protezione dei minori nella Chiesa”, svoltosi in Vaticano dal 21 al 24 febbraio scorsi.

Un tempo non si parlava così apertamente di pedofilia. Non si pronunciava e quasi non si conosceva il termine. L’orrore veniva negato per paura che solo nominare quel crimine lo avrebbe fatto dilagare. “Un problema in passato considerato tabù, – ha detto ancora Francesco nel suo discorso – vale a dire che tutti sapevano della sua presenza ma nessuno ne parlava”. Nessuno ne parlava sulla stampa, in famiglia, a scuola e tanto meno nella Chiesa. Le parole non erano “sdoganate”: era come se certi crimini non esistessero, perché non dovevano esistere. Non nella coscienza delle famiglie, dei genitori, degli educatori, dei sacerdoti… I bambini non erano neppure definiti burocraticamente “minori”, semmai “fanciulli” ed erano solo da educare, da far crescere a sani valori, al più da coccolare e da vezzeggiare. Ricordiamo tutti l’exploit di Papa Giovanni  XXIII quella dolce sera di ottobre del 1962 alla fiaccolata per l’inaugurazione del Concilio. La sua tenerezza per l’umanità intera, in un afflato di commozione universale, lo indusse a pensare proprio ai più piccoli…

“Cari figliuoli, sento le vostre voci. La mia è una voce sola, ma riassume la voce del mondo intero; qui tutto il mondo è rappresentato. Si direbbe che persino la luna si è affrettata, stasera – osservatela in alto! – a guardare a questo spettacolo. Noi chiudiamo una grande giornata di pace; di pace. (…) Continuiamo, dunque, a volerci bene, a volerci bene così, a volerci bene così, guardandoci così nell’incontro, cogliere quello che ci unisce, lasciar da parte quello – se c’è – qualche cosa che ci può tenere un po’ in difficoltà. (…) Tornando a casa, troverete i bambini; date una carezza ai vostri bambini e dite: “Questa è la carezza del Papa”. Troverete qualche lacrima da asciugare. Fate qualcosa, dite una parola buona. Il Papa è con noi specialmente nelle ore della tristezza e dell’amarezza”.

Ascolta le parole di Papa Giovanni XXIII

Dovranno passare diversi decenni perché nelle parole di un Papa affiori quella parola così tecnica e insieme così terribile. Aprile 1997. Giovanni Paolo II è in viaggio nella Repubblica Ceca.

“Sintomo di una situazione di grave malessere sociale è pure il dilagare di fenomeni quali la pornografia, la prostituzione e la pedofilia”.

Nel suo viaggio in Irlanda di fine agosto 2018, Papa Francesco riapriva un discorso doloroso. Incontrando le autorità parlava apertamente del “fallimento delle autorità ecclesiastiche – vescovi, superiori religiosi, sacerdoti e altri – nell’affrontare adeguatamente questi crimini ripugnanti”. E si richiamava a Papa Benedetto, che non aveva risparmiato parole esplicite “per riconoscere la gravità della situazione e domandare che fossero prese misure «veramente evangeliche, giuste ed efficaci» in risposta a questo tradimento di fiducia”.
Proprio ai vescovi irlandesi si era rivolto Papa Benedetto in occasione della loro visita ad limina il 28 ottobre 2006:

“Nell’esercizio del vostro ministero pastorale, negli ultimi anni avete dovuto rispondere a molti casi dolorosi di abusi sessuali su minori. Questi sono ancora più tragici quando a compierli è un ecclesiastico. Le ferite causate da simili atti sono profonde, ed è urgente il compito di ristabilire la confidenza e la fiducia quando queste sono state lese. Nei vostri sforzi continui di affrontare in modo efficace questo problema, è importante stabilire la verità di ciò che è accaduto in passato, prendere tutte le misure atte ad evitare che si ripeta in futuro, assicurare che i principi di giustizia vengano pienamente rispettati e, soprattutto, guarire le vittime e tutti coloro che sono colpiti da questi crimini abnormi».

Ascolta le parole di Papa Benedetto XVI

La pedofilia è un crimine in sé, ma ancora più grave se a compierlo è un ecclesiastico, dunque. Un binomio inaccettabile. Nel 2002 Giovanni Paolo II si era confrontato con i cardinali degli Stati Uniti d’America nella riunione inter-dicasteriale del 23 aprile:

“ Come voi, anch’io sono stato profondamente addolorato per il fatto che sacerdoti e religiosi, la cui vocazione è di aiutare le persone a vivere una vita santa agli occhi di Dio, hanno causato ai giovani tanta sofferenza e scandalo. A causa del grande male fatto da alcuni sacerdoti e religiosi, la Chiesa stessa viene guardata con diffidenza e molti si sentono offesi per come loro appare che abbiano agito i responsabili ecclesiastici in tale questione. L’abuso che ha causato questa crisi è sbagliato secondo ogni criterio ed è giustamente considerato un crimine dalla società; è anche un peccato orrendo agli occhi di Dio. Alle vittime e alle loro famiglie, ovunque si trovino, esprimo il mio profondo senso di solidarietà e sollecitudine.”

Ascolta le parole di Papa Giovanni Paolo II

Se la pedofilia è un crimine in sé, il perseguimento dei colpevoli deve essere certo, tanto più all’interno della Chiesa. Nella conferenza stampa durante il volo per gli Stati Uniti, il 15 aprile 2008 Benedetto XVI non lascia spazio a equivoci:

“Escluderemo rigorosamente i pedofili dal sacro ministero: è assolutamente incompatibile e chi è veramente colpevole di essere pedofilo non può essere sacerdote. (…) Solo persone sane potranno essere ammesse al sacerdozio e solo persone con una profonda vita personale in Cristo e che abbiano anche una profonda vita sacramentale. Io so che i Vescovi ed i rettori dei seminari faranno il possibile per esercitare un discernimento molto, molto severo, perché è più importante avere buoni sacerdoti che averne molti.”

Ascolta la parole di Benedetto XVI

Il secondo, delicatissimo e urgentissimo aspetto è la cura e la riabilitazione, anche su un piano pastorale, di chi ha subito violenza. Nella stessa conferenza stampa Benedetto XVI si esprime anche su questo:

“Le vittime avranno bisogno di guarire e di aiuto e di assistenza e di riconciliazione. Questo è un grande impegno pastorale e io so che i Vescovi ed i sacerdoti e tutti i cattolici negli Stati Uniti faranno il possibile per aiutare, assistere, guarire. Abbiamo fatto delle ispezioni nei seminari e faremo quanto è possibile perché i seminaristi ricevano una profonda formazione spirituale, umana ed intellettuale”.

Ascolta le parole di Benedetto XVI

Tornerà sull’argomento in occasione degli auguri natalizi alla Curia nel dicembre 2010, con in più una sfumatura di autocritica e un pensiero rivolto al futuro:

“Solo la verità salva. Dobbiamo interrogarci su che cosa possiamo fare per riparare il più possibile l’ingiustizia avvenuta. Dobbiamo chiederci che cosa era sbagliato nel nostro annuncio, nell’intero nostro modo di configurare l’essere cristiano, così che una tale cosa potesse accadere. Dobbiamo trovare una nuova risolutezza nella fede e nel bene. Dobbiamo essere capaci di penitenza. Dobbiamo sforzarci di tentare tutto il possibile, nella preparazione al sacerdozio, perché una tale cosa non possa più succedere”.

Ascolta le parole di Papa Benedetto XVI

E non perderà occasione per ringraziare coloro che limpidamente si spendono a servizio di chi ha subito violenza, rivalutando la missione luminosa del sacerdote:

“Nei miei incontri con le vittime di questo peccato, ho sempre trovato anche persone che, con grande dedizione, stanno a fianco di chi soffre e ha subito danno. È questa l’occasione per ringraziare anche i tanti buoni sacerdoti che trasmettono in umiltà e fedeltà la bontà del Signore e, in mezzo alle devastazioni, sono testimoni della bellezza non perduta del sacerdozio.”

Da teologo e filosofo, Benedetto XVI aveva cercato anche di accennare una ricostruzione storico-ideologico-filosofica del fenomeno della pedofilia, che una certa cultura dominante nel XX secolo aveva tentato perfino di depenalizzare. E ne prende decisamente le distanze nella Conferenza stampa durante il volto verso l’Australia, il 12 luglio 2008:

“Negli anni ’50, ’60 e ’70 si è affermato il proporzionalismo etico, secondo cui non esiste una cosa cattiva in sé, ma sempre proporzionalmente ad altre. Così si pensava che alcune cose, anche la pedofilia, potessero in una certa proporzione essere buone. Ora, chiariamo che la dottrina cattolica non ha mai fatto sua questa idea. Esistono cose che sono sempre cattive, e la pedofilia è sempre cattiva”.

Ascolta le parole di Papa Benedetto XVI

Ascolta anche «Le voci dei Papi» del 17 febbraio 2019

15 marzo 2019, 13:08


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El Cardenal Pell. Nuevas denuncias en su contra. Su situación actual

Revocada la libertad bajo fianza; el cardenal Pell va a la cárcel

Desde ayer, el religioso australiano ya no es prefecto de la Secretaría para la Economía de la Santa Sede. Mientras tanto, el padre de una de las víctimas menores de edad emprende una causa contra él y contra la Iglesia de Australia
AP

Pell

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Pubblicato il 27/02/2019
Ultima modifica il 27/02/2019 alle ore 13:46
SALVATORE CERNUZIO
CIUDAD DEL VATICANO

Fuera de la Secretaría para la Economía; dentro de la cárcel. A 24 horas de la noticia de la condena por pederastia (abusó de dos coristas menores de edad en 1996, cuando era arzobispo de Melbourne), llegan dos decisiones importantes para el caso del cardenal George Pell.

Ayer por la tarde, el portavoz “ad interim” de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, indicó con un “tuit” que el cardenal ya no es prefecto del Dicasterio económico, el “Ministerio del tesoro” del Vaticano, creado por el Papa en 2014 para regular las cuentas y las finanzas del estado más pequeño del mundo. Pell contaba con un permiso de su encargo desde junio de 2017, después de haberse puesto de acuerdo con el Pontífice para viajar a Australia con el objetivo de defenderse en el proceso en su contra.

Mientras se espera el nombramiento de su sucesor, llega la noticia desde Australia: la libertad bajo fianza le fue revocada hoy por la County Cort de Melbourne, al final de una “plea hearing”, una audiencia previa a la sesión en la que los abogados de ambas partes presentaron las argumentaciones finales.

Desde ayer por la noche, Pell se encuentra detenido en la Assessment Prison de Melbourne; está esperando la sentencia del próximo 13 de marzo. En la audiencia de hoy se confirmó que los cinco delitos de los que se confirmó la culpabilidad del cardenal (es decir: haber abusado sexualmente de dos menores, de 12 y 13 años, uno de los cuales murió por sobredosis hace años; y haber cometido actos obscenos con o frente a niños) implican una condena máxima de diez años cada uno, según el sistema judicial local. El cardenal, pues, podría ser condenado a cincuenta años de cárcel.

Un cambio imprevisto en el proceso. El 11 de diciembre del año pasado, cuando el tribunal australiano emitió la condena, pero imponiendo también una “suppresion order”, es decir prohibir cualquier fuga de noticias para no influir el segundo proceso contra el cardenal, también se había concedido la libertad bajo fianza para el cardenal, puesto que habría debido ser sometido a una operación en la rodilla derecha. El cardenal siguió viviendo en todo este tiempo en su casa, en donde se había encerrado en una especie de retiro forzado debido al clima de gran agitación que ha provocado su caso.

Todos los medios de comunicación australianos dan detalles y noticias de esta historia. Y una de las últimas es que el padre de uno de los dos coristas que sufrieron los abusos sexuales del cardenal (la primera vez, según el testimonio de la víctima, después de una misa en la catedral de San Patricio) está tratando de obtener una indemnización del prelado y de la Iglesia católica. Su hijo falleció por sobredosis de heroína en 2014, a la edad de 31 años.

El estudio de abogados Shine Lawyers, que representa a este padre de familia, refiere que su asistido (cuyo nombre no puede ser divulgado por ley) decidió emprender este camino después de que fuera dada a conocer el veredicto contra el cardenal.

Desde hace años, los familiares afirman que la víctima del cardenal habría caído en el abismo de las drogas debido a los abusos sufridos. El chico nunca habló con sus padres sobre lo sucedido, pero habría sufrido durante años estrés post-traumático. «Es muy común que los que sobreviven a abusos sexuales recurran a las drogas, con la intención de mitigar el dolor», dijo a los medios de comunicación la abogada del estudio Shine, Lisa Flynn, que está siguiendo el caso. También indicó que su cliente sostendrá que Pell «tiene las manos manchadas de sangre».

«Es un horror para ellos emprender esta causa. Una de las buenas cosas que han surgido con el veredicto de culpabilidad es que demuestra a las personas que no importa cuán poderosa o importante sea una persona, siempre puede ser llamada a rendir cuentas de las propias acciones. Entre más se hable de estas cosas, más seguros estarán nuestros niños».

La otra víctima, que tampoco puede ser identificada, afirmó en un comunicado divulgado por su abogado que ha sufrido «vergüenza, soledad, depresión y conflictos interiores» debido a los abusos. También dijo que tuvieron que pasar años para que pudiera comprender el impacto que la agresión tuvo en su vida, e imploró que se respetara su anonimato.

Es decir, otra teja que cae sobre la Santa Sede, en donde acaba de concluir hace algunos días la cumbre sobre la pederastia convocada por el Papa con los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo. Hace ni siquiera diez días, el Papa Francisco decretó que ya no pudiera seguir siendo sacerdote Theodore McCarrick, el ex poderoso arzobispo de Washington al cual ya había quitado también, en julio del año pasado, la dignidad cardenalicia debido a su conducta inapropiada. Pero, más allá de cualquier presión mediática, el Papa y la Santa Sede quieren mantener la cautela y esperar a que todo el proceso llegue a un veredicto definitivo.


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El impacto del caso Pell en Australia.

El escándalo de Pell se abate en Australia; pero algunos lo defienden: “Es un chivo expiatorio”

Leña al fuego; es lo que representa la condena del cardenal en el país en el que desde hace años se han verificado una disminución de vocaciones y un aumento de indemnizaciones. Los medios celebran la sentencia, justo castigo para una Iglesia manchada por los abusos, pero la percepción varía entre las personas

Una manifestación contra de Pell fuera del tribunal

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Pubblicato il 28/02/2019
Ultima modifica il 28/02/2019 alle ore 21:38
SALVATORE CERNUZIO
CIUDAD DEL VATICANO

Sería muy inocente hablar de tensiones en la Australia que se está dividiendo frente al caso del cardenal George Pell. La condena del ex “ministro de la economía” vaticano, que acabó arrestado por pederastia, es el epílogo de por lo menos quince años de acusaciones continuas. Y ahora se añade leña al incendio que surgió hace dos años con el informe de la Royal Commission que, después de una investigación de cuatro años, refirió que alrededor del 7% del clero australiano estaba compuesto por pederastas y abusadores seriales. Y que, desde los años 50 hasta la fecha, han sido 4.400 los menores que han sufrido abusos sexuales.

Datos arrolladores para la opinión pública y que han provocado una disminución de las vocaciones después del “boom” de 2010, la reducción de la presencia en las parroquias y la creación de una atmósfera de resentimiento, cuando no de odio, por parte de las personas en relación con la Iglesia católica, que cuenta con 5,4 millones de fieles (el 23% de la población). Esa misma Iglesia que se vio obligada a seguir el plan nacional de indemnización para las víctimas de pederastia, con cifras que llegaron hasta los 150 mil dólares.

En el pasado, las diócesis australianas tuvieron que vaciar las propias cajas para indemnizar a los supervivientes, en particular la de Melbourne en donde se registró el mayor número de abusos y en donde, de 1996 a 2001, fue arzobispo precisamente George Pell, quien reivindicaba la creación de la “Melbourne response”, un esquema de compensación con un límite muy bajo de indemnizaciones que desincentivaba, al mismo tiempo, recurrir a la justicia civil y penal.

Es decir, la “tierra de los canguros” anticipó algunos años la situación que se creó en 2018 en Estados Unidos, en donde la Iglesia no logra reponerse del gancho al hígado que han representado el informe de Pennsylvania y el escándalo de McCarrick.

Muchos ven un paralelismo entre las figuras del ex arzobispo de Washington y del cardenal australiano, para quien invocan (principalmente los medios de comunicación) las mismas medidas: la prohibición del ejercicio público del ministerio y la cancelación de su dignidad cardenalicia. Precisamente, los medios celebran en estos días la condena contra Pell como un justo castigo para una Iglesia que se ha manchado de crímenes y encubrimientos. En las primeras páginas de los periódicos australianos se repiten las mismas ideas «finalmente, justicia», «se ha destapado el mal de la Iglesia», «un pederasta ha caído, ahora la Iglesia ya no es intocable».

Sin embargo, la percepción sobre el caso judicial que ha culminado con el arresto del cardenal, que podría pasar hasta cincuenta años en la cárcel, cambia cuando se dialoga con las personas de a pie. Los católicos que van a las parroquias o que pudieron conocer de cerca a Pell dicen que están «sufriendo mucho» al ver que, en su opinión, todo es un «proceso farsa» con todo y «sentencia prefabricada».

Pero también las personas que normalmente se ocupan y se preocupan por lo que sucede en la vida eclesial se dicen «desconcertadas» con el resultado de una historia que ha durado quince años. Como Sarah, profesor de Brisbane, que, en una conversación con “La Stampa – Vatican Insider”, describió sus sensaciones y las de sus colegas agnósticas: «Es una absurdidad, todo es muy extraño». «La gente está en estado de shock», comentó, por su parte, una pareja de Melbourne. «Está claro que detrás hay una campaña contra la Iglesia».

Mucho más neto es el juicio de Anthony, que es misionero desde hace décadas en Australia y se refiere a la «masacre mediática»: «No es posible que el jurado no estuviera influido por la atmósfera general. El cardenal Pell es un chivo expiatorio y, por lo tanto, “debe” ser culpable, “debe” ir a la cárcel».

«Civo expiatorio». La misma expresión fue utilizada por el conocido jesuita australiano Frank Brennan, abogado y defensor de los derechos humanos, que ha seguido de cerca el proceso (incluso llegó a participar en las audiencias) y que escribió un artículo, publicado en The Tablet, para poner en duda la racionalidad del veredicto: «Si la apelación (presentada por los abogados de Pell, ndr.) fracasara, espero y rezo que el cardenal no sea la víctima inconsciente de una nación herida que busca un chivo expiatorio. Si se acepta la apelación, la policía de Victoria debería verificar la propiedad de la investigación de la policía sobre estas graves acusaciones penales».

También el padre John, sacerdote de Perth, piensa más o menos lo mismo: «Es importante que quienes hayan sufrido abusos sean tratados con respeto y sean escuchados», afirmó. Sin embargo, «también hay que hacer que prevalezca la verdad, de lo contrario no habrá esperanza para nadie, ni para las víctimas ni para los carniceros. Temo que no será así para Pell, es triste ver que tantas personas hayan llegado a una conclusión sin haber conocido realmente los hechos».

Es decir, dos facciones. Se intuía esta situación ya desde el lunes pasado, cuando, al salir del tribunal (mientras grupos de manifestantes gritaban: «Guilty!» y mientras se agitaban carteles con la frase «arde en el infierno»), una mujer aferró la mano del cardenal y le dio un beso en la mejilla.


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Para cuándo las medidas concretas contra la pederastia clerical anunciadas por el Papa?

Abusos, la determinación del Papa y el desafío de traducirla en hechos

El día después de la histórica cumbre sobre los abusos convocada por el Papa, el reto principal es traducir en hechos una creciente conciencia sobre la gravedad de la crisis. La determinación de Francisco, la prudencia de algunos obispos y la frustración de las víctimas-activistas
REUTERS

Papa Francisco con los obispos en el ultimo dia de el cumbre sobre los abusos

Pubblicato il 25/02/2019
Ultima modifica il 25/02/2019 alle ore 17:36
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO

Para el Papa, los abusos contra menores son “una monstruosidad”. Un solo caso ya es demasiado. Por eso, al cerrar en el Vaticano la cumbre mundial de obispos dedicada a esta “plaga”, advirtió que la rabia de la gente contra los consagrados deshonestos está justificada y es reflejo “de la ira de Dios, traicionado y abofeteado”. Pero su determinación afronta ahora un ineludible desafío: lograr que la pesada estructura eclesiástica transforme las buenas intenciones en hechos concretos. Porque reunir a 190 clérigos es fácil, cambiar una “cultura de los abusos” que permeó a la Iglesia católica por décadas es un desafío titánico.

“Tenemos el deber de escuchar atentamente el sofocado grito silencioso (de los pequeños) que, en vez de encontrar (en los sacerdotes) paternidad y guías espirituales, han encontrado a sus verdugos. (Ese grito) hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder”. La palabras pronunciadas por Francisco en la misa conclusiva del Encuentro por la Tutela de los Menores en la Iglesia, no dejaron mucho espacio a la imaginación. Pero se quedaron allí, en una declaración de intenciones y unas líneas de acción para el futuro. Esto provocó la frustración de las organizaciones activistas de víctimas.

La expectativa creada en torno a ese discurso final era muy alta. Domingo 24 de febrero, tras cuatro días de intenso debate y en la Sala Regia, uno de los espacios más emblemáticos del Palacio Apostólico. El Papa decidió hablar después de la misa y no en la homilía, que la cedió al obispo australiano de Brisbane Mark Coleridge. Como en las ocasiones en las que Francisco habla no tanto como pastor, sino como líder.

Por eso, se esperaba un mensaje memorable, de total factura bergogliana y que indicase la vía final de la purificación, la transparencia y la rendición de cuentas. Pero Francisco eligió otro camino, dedicando largos párrafos a citar estadísticas a nivel mundial. Opción paradójica, considerando que la Santa Sede carece totalmente de una estadística oficial y pública sobre el número de abusadores en la Iglesia.

Según él mismo lo manifestó, quiso así insertar esta plaga en un cuadro más amplio. Trazó un análisis teológico al problema. Palabras de condena no faltaron. Calificó a los consagrados abusadores como “instrumentos de satanás”, que se convierten en “la mano del mal no perdona ni siquiera la inocencia de los niños”. Identificó “el misterio del mal” detrás de la crisis y advirtió sobre la necesidad de limitar los gravísimos abusos no sólo con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Describió al abuso sexual como un abuso de poder, una crueldad, una forma de ofrecer el sacrificio idolátrico de niños “al dios del poder, del dinero, del orgullo (y) de la soberbia”. Se concentró en identificar un “significado” a tanto mal, una explicación más allá de lo natural. Porque, según él, no basta sólo con tomar medidas prácticas sino -sobre todo- espirituales: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. “Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal”, apuntó.

Más adelante, deseó que la Iglesia se ubique “por encima” de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que “a menudo instrumentalizan”, por intereses varios, los dramas vividos por los pequeños.

Y abundó: “Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”.

Afuera de la Sala Regia, las asociaciones de víctimas recibieron el discurso con una actitud crítica y dura. Miguel Ángel Hurtado, referente de la organización española Infancia Robada, calificó la alocución de “decepcionante” y advirtió que esperaba del Papa el anuncio de medidas concretas, más allá de la retórica. Menos intransigente se mostró Jean Marie Furbringer, víctima suiza, quien reconoció la necesidad de tiempo para que los resultados aparezcan pero, al mismo tiempo, calificó al mensaje como “una oportunidad perdida” para la Iglesia.

“Me hago cargo de la frustración”, replicó el arzobispo maltés Charles Scicluna, el domingo durante una conferencia de prensa. Reconoció como legítimo que exista desacuerdo con los avances registrados en la Iglesia a raíz de la cumbre, pero defendió el proceso de toma de conciencia y cambio que el encuentro de obispos propició.

Con él coincidió el sacerdote jesuita Federico Lombardi, moderador de la reunión de obispos con el Papa, quien muy diplomáticamente destacó que ha resultado muy difícil establecer un diálogo constructivo con algunas asociaciones de víctimas porque, las demandas se han presentado generalmente con un tono de ultimátum y de forma imperativa.

Finalmente, a él le tocó la tarea de anunciar una serie de medidas que tomarán forma en las próximas semanas. Entre otras cosas, precisó que resulta inminente la publicación de un decreto papal en forma de “motu proprio” (de propia voluntad) sobre “la protección de los menores y de las personas vulnerables”, para reforzar la prevención y el combate a los abusos en la Curia Romana y en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Esto será acompañado por una nueva ley y unas líneas guía aplicables en el territorio del Estado pontificio.

Esa iniciativa busca acabar con la disparidad entre la Santa Sede y las diócesis de todo el mundo, mientras las segundas fueron obligadas en 2011 a redactar sus propias líneas guía y protocolos para la defensa de la infancia, la primera no tenía nada de eso. Incluso, el propio Papa Francisco anticipó que modificará las normas sobre la posesión de pornografía con menores en el Vaticano, estableciendo que se considera delito tener imágenes pornográficas con menores de 18 años y no de 14, como hasta ahora.

Asimismo, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicará un vademécum que ayudará a los obispos del mundo a comprender claramente sus deberes y sus tareas. No existe aún una fecha prevista para ello. Asimismo, se pondrá en marcha la constitución de grupos especiales (task forces), constituidos por personas capaces de ayudar a las conferencias episcopales y las diócesis que se encuentren en dificultad para afrontar los problemas.

El avance sobre este frente fue inmediato. Este mismo lunes 25 de febrero tuvo lugar la primera reunión interdicasterial con los jefes de diversas secciones de la Curia Romana para pasar revista a la cumbre apenas concluida e ilustrar los próximos pasos. Entre los aspectos subrayados en esa cita destacan la necesidad de un mayor involucramiento de los laicos en estos temas y la necesidad de invertir en la prevención valiéndose de la experiencia en este campo, además de subrayar la urgencia de darle seguimiento -al más alto nivel- a las conclusiones de la cumbre anti-pederastia.


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La iglesia y el mundo infantil. Meditación de Vatican Insider

El Papa, la Iglesia y el mundo de la parte de los pequeños

El discurso final del Pontífice reveló cuáles son el horizonte y el alcance real de la cumbre vaticana sobre la lucha contra los abusos. En juego no está la buena reputación de los aparatos eclesiásticos, sino la respuesta común ante el «sacrifico idolátrico» de los niños

El Papa, la Iglesia y el mundo de la parte de los pequeños

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Pubblicato il 26/02/2019
GIANNI VALENTE
ROMA

«Detrás está Satanás». En la última secuencia de la cumbre vaticana sobre la protección de los menores en la Iglesia, el discurso pronunciado por el Papa Francisco indicó el horizonte y los factores reales de la emergencia que lo llevó a convocar a Roma a los representantes de las comunidades católicas de todo el mundo.

La pederastia y los abusos de menores, dentro y fuera de la Iglesia, dijo el Sucesor de Pedro, no solo son crímenes odiosos que los órdenes civiles persiguen u ofensas inmundas a los preceptos morales. Estos actos hieren el corazón palpitante de la Iglesia y su razón de ser. Esa que el Papa definió como «el centro de su misión: anunciar el Evangelio a los pequeños y protegerlos de los lobos voraces».

La predilección de Jesús por los pequeños es el camino que el misterio ha elegido para salvar al mundo. «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los doctos y las has revelado a los pequeños», dice Jesús mismo en el Evangelio según Mateo. Y San Agustín reconocía que «la Iglesia de Cristo se difunde en todo el mundo a través de niños santos».

Sacrificios idólatras

El Papa, sin dejar espacio para malos entendidos, con el discurso final de la cumbre sobre los abusos invitó a todos los encargados de las Conferencias Episcopales a darse cuenta de que la cumbre no fue convocada en el Vaticano para hablar durante cuatro días de desahogos perversos o pulsiones sexuales animalescas, sino para reconocer que la pederastia y los abusos clericales contra niños son manifestación clara y devastadora del «misterio del mal, que se ensaña con los más débiles porque son imagen de Jesús». Los niños-soldado, los menores prostituidos. Esas víctimas del monstruoso comercio de órganos humanos, o las víctimas que son convertidas en esclavos. Y también «los niños víctima de la guerra, los niños prófugos, los niños abortados».

El marco que el Papa sugirió con insistencia fue ese que globaliza también el «sacrificio idólatra de los niños al dios poder, dinero, orgullo, soberbia». Un fenómeno ante el cual «no son suficientes solamente explicaciones empíricas», y cuyos rasgos trazó claramente como una reencarnación de la «cruel práctica religiosa» de ofrecer niños como sacrificio, incluidos los abusos de menores encargados y vistos “en vivo” gracias a los nuevos instrumentos digitales.

El espíritu del mal odia a los niños

En su orgullo y en su soberbia, insistió el Papa, «se siente dueño del mundo y cree haber vencido». Trabaja con particular ferocidad para sofocar el posible encuentro entre la gracia de Cristo y cada nueva generación de niños y niñas, los “agni novelli” del canto gregoriano que se entona durante las celebraciones de los Bautismos. Por ello, cuando «el consagrado, elegido por Dios para guiar a las almas hacia la salvación», se transforma en abusador de pequeños, se convierte en «instrumento de Satanás».

Los medios necesarios. A imitación de Cristo

El escenario vertiginoso que sugirió el Obispo de Roma en su discurso al final de la cumbre vaticana sobre la protección de los menores en la Iglesia es diferente con respecto a las polémicas sobre el retraso y la lentitud del cuerpo eclesial a la hora de afrontar una emergencia pastoral. Se relaciona con la urgencia impostergable de «frenar los abusos gravísimos con medidas disciplinarias y procesos civiles y eclesiales». Al mismo tiempo demuestra que frente a la realidad del misterio del mal no hay remedios humanos que garanticen una salida.

En la cumbre sobre la protección de los menores, el Papa dijo una vez más que la Iglesia peregrina en la historia no se salva de sus males por sus propias fuerzas y tampoco convirtiéndose en un mega-tribunal neo-inquisitorial para arrancar toda la cizaña del campo del Señor. Por el contrario, sugirió el Papa Francisco, la Iglesia puede tender la mano y pedir ahora que Jesucristo y su Espíritu Santo la curen y sanen. Con realismo sin reservas, el Papa indicó «las medidas espirituales que el mismo Señor nos enseña: humillación, acusación de nosotros mismos, oración, penitencia. Es la única manera –añadió el Papa– para derrotar al espíritu del mal. Así lo derrotó Jesús».

Por estas mismas razones, el Sucesor de Pedro repitió que el camino hacia la sanación de la abominación de los abusos contra menores en la Iglesia no es un asunto de élites clericales o vanguardias de “expertos” en el sector. Y conviene, más bien, seguir «a todo el Santo Pueblo de Dios», precisamente porque «en su silencio cotidiano sigue haciendo visible y demostrando con “necia” esperanza que el Señor no nos abandona». De esta manera se abren senderos para «librarnos de la plaga del clericalismo, que es terreno fértil para todas estas abominaciones».

También el Papa Ratzinger, en una catequesis de julio de 2010 dedicada a Duns Scoto, dijo que el Pueblo de Dios es “magisterio que precede”, «gracias a ese sobrenatural sensus fidei, es decir a la capacidad infundida por el Espíritu Santo, que habilita para abrazar la realidad con fe, con la humildad del corazón y de la mente».

Un peregrinaje que hay que compartir con todos

La cumbre vaticana sobre la defensa de los menores, con su desarrollo concreto, hace que parezcan pretextos inconsistentes las campañas de los que se ensañan en representarla como una operación de imagen. Los días de la cumbre y el discurso final del Pontífice no tuvieron como intención limpiar la reputación de la institución eclesiástica ante el mundo. La Iglesia, dijo el Papa Francisco, ve la misma rabia contra los aparatos eclesiásticos por los abusos clericales contra menores como un «reflejo de la ira de Dios».

La total dependencia de la gracia de Cristo («sin mí no podéis hacer nada») y la confianza limitada en las estrategias y procedimientos eclesiásticos no implican, de por sí, ningún desprecio o desconfianza preventiva hacia los instrumentos mundanos que pueden favorecer el contraste a los abusos clericales. No hay fractura dialéctica entre la confesión, repetida por el Papa Francisco, que pide a Cristo mismo la sanación de los corazones devastados, y la respuesta veloz para aprovechar todos los medios y todas las medidas humanas para luchar contra los abusos de menores. Ambas surgen del mismo “sensus fidei” y reflejan el mismo acento y la misma mirada realista sobre la realidad de los hombres y del mundo.

El Papa Francisco pidió que todos utilicen «todas las medidas prácticas que el buen sentido, las ciencias y la sociedad nos ofrecen». Sugirió líneas guía concretas, tomadas directamente de los protocolos formulados por agencias internacionales bajo la guía de la Organización Mundial de la Salud. Demostró que considera a la misma justicia y a las instituciones seglares como aliados para contrarrestar la pederastia clerical, cuando insistió en que las instituciones eclesiales pondrán en práctica «todo lo necesario para entregar a la justicia a quien haya cometido tales delitos». Al final, llamó a todas las comunidades e instituciones humanas a colaborar para tratar de «arrancar tal brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesiástico».

En las palabras del Obispo de Roma, pues, la preocupación por la lucha contra la abominación de la pederastia y de los abusos clericales se convirtió también en una propuesta de amistad y de peregrinaje común con todos los hombres de buena voluntad. Todos de la misma parte, escuchando el «grito silencioso de los pequeños», que son el tesoro común de la familia humana entera. Con la confianza de poder contar con lo que ya ha sido instituido ante otras manifestaciones del mal: «Existe una especie de inconsciente discernimiento que, a en el momento del peligro extremo, conduce a quien no quiera caer bajo los golpes del Anticristo a buscar refugio en Cristo» (Dietrich Bonhoeffer).


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Pederastia. El caso Pell y otros rumores.

El dolor y la vergüenza en el Vaticano por el caso Pell. “Es un ataque directo al Papa”

La sentencia llega a pocos días del final de la cumbre sobre la pederastia. Inquietud por el caso de monseñor Coleridge, que estaría bajo investigación

El cardenal George Pell

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Pubblicato il 27/02/2019
Ultima modifica il 27/02/2019 alle ore 13:38
DOMENICO AGASSO JR
CIUDAD DEL VATICANO

El epicentro se encuentra en Australia, pero el terremoto mediático está sacudiendo a la Santa Sede y al Papa Francisco. La sentencia que confirma la culpabilidad de Pell llega en un momento de por sí delicado de este Pontificado. Y las reacciones en los Sacros Palacios van desde el «dolor» y la expectativa, según indica el comunicado oficial, hasta la vergüenza y la tensión(que muchos ya han advertido en la cara del portavoz, Alessandro Gisotti) por una prueba tan grande y que se presenta a dos días del final de la cumbre anti-pederastia.

La condena del cardenal “ministro” de las Finanzas (uno de los más importantes en el Vaticano) por haber abusado de dos chicos de 13 años llegó a 48 horas de la promesa de firmeza absoluta que expresaron el Pontífice, los cardenales y los obispos. Ahora, en cambio, para muchos, sería precisamente el momento para aplicar esta línea, por lo que en las redes sociales y en sitios de internet por todo el mundo surgen peticiones para que se apliquen medidas semejantes a las aplicadas contra McCarrick, cardenal que perdió tanto la púrpura como el ministerio sacerdotal.

En el Vaticano se reconoce que la noticia «ha provocado un shock a muchísimas personas». Por ahora «esperamos el resultado del proceso de Apelación –se informa–, sin olvidar que Pell ha insistido en su inocencia».

Salvo nuevas sorpresas, se volverá a hablar sobre posibles acciones de la Santa Sede si el cardenal es declarado definitivamente culpable. En ese momento, Francisco tendría que afrontar una cuestión espinosa, porque podría ser comparable al caso de McCarrick, con reducción al estado laico en el horizonte, previo proceso dentro de la Iglesia.

En cambio, la cuestión del puesto de Prefecto en la Secretaría para la Economía es un poco diferente. Hace tres días concluyó el plazo de los 5 años del mandato, por lo que podía ser simplemente no confirmado. Pell cumplió ya 77 años, por lo que ha superado la edad canónica de los 75 años para la “jubilación”. Partiendo del presupuesto de que la presencia de Pell en la Curia ha terminado, algunos prelados respondieron al diario italiano “La Stampa” que se esperaban la comunicación de que Pell no habría sido confirmado en su puesto, misma que no llegó en un primer momento. «Era una ocasión que había que aprovechar: no habría sido una medida obligada por un juicio todavía no definitivo, y, al mismo tiempo, habría significado una señal importante para los que están haciendo presiones comprensibles».

Pero luego, ayer por la tarde, cambió todo. Con un “tuit” inusual de Gisotti: «Pell ya no es el prefecto de la secretaría económica». Entonces, los maloshumores en el ambiente fueron percibidos. Otras figuras en los Sacros Palacios expresan sus perplejidades en relación con la sentencia y con el clima que se respira: «Es un ataque contra el Papa y su reforma, puesto que Pell fue uno de los primeros que eligió. Me pregunto cómo pudo encontrar el tiempo y el contexto para abusad de dos chicos de 13 años en la sacristía», dice un monseñor. El padre Hans Zollner, miembro de la Pontificia Comisión para la Tutela de los Menores, recordó el caso del arzobispo de Adelaide, monseñor Wilson, «que en primera instancia fue condenado y después absuelto».

Como si no fuera suficiente, llega otra indiscreción «embarazosa» desde Australia: el arzobispo de Brisbane y presidente de los obispos, monseñor Mark Benedicto Coleridge, estaría bajo investigación por haber encubierto la información que le habría comunicado una mujer sobre los abusos de menores por parte de algunos sacerdotes. Precisamente Coleridge pronunció la homilía de la misa final de la cumbre anti-pederastia.


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Fuertas sanciones del Papa al Cardenal Pell

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Portavoz de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ad interim, Alesandro Gisotti Portavoz de la Oficina de Prensa de la Santa Sede ad interim, Alesandro Gisotti  

El Papa confirma al card. Pell la prohibición del ejercicio público del ministerio

Prohibición del ejercicio público del ministerio y de cualquier contacto con menores, son las medidas decididas por el Papa Francisco,. Las mismas dispuestas por el Ordinario local cuando entró en Australia, de manera cautelar y en espera del cumplimiento del juicio final contra el purpurado

Patricia Ynestroza-Ciudad del Vaticano

Antes de la conferencia de presentación del Mensaje del Papa para la Cuaresma 2019, el director ad interim de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, Alessandro Gisotti, leyó una declaración enla cual recuerda la nota de los obispos australianos y la confirmación por parte del Papa Francisco sobre las medidas cautelares ya predispuestas.

Una noticia dolorosa que, somos bien conscientes, ha impactado a muchísimas personas, no sólo en Australia. Como ya se ha indicado en otras ocasiones, afirma el director de la Oficina de prensa vaticana ad interim, Alessandro Gisotti, insistimos en el máximo respeto por las autoridades judiciales australianas. En nombre de este respeto, esperamos el resultado del proceso del recurso de la apelación, recordando que el Cardenal Pell ha insistido en ser inocente y tiene el derecho de defenderse hasta el último grado.

En espera del juicio definitivo

En espera del juicio definitivo, se lee en el comunicado, nos unimos a los obispos australianos en la oración por todas las víctimas de abusos, insistiendo en nuestro compromiso en hacer todo lo posible para que la Iglesia sea una casa segura para todos, especialmente para los niños y los más vulnerables.

Para garantizar el curso de la justicia, el Santo Padre ha confirmado las medidas cautelares ya dispuestas ante el cardenal George Pell del ordinario local al regreso del cardenal Pell en Australia. Es decir, a la espera de la evaluación definitiva de los hechos, el Cardenal Pell tiene prohibido ejercer el ejercicio público del ministerio y, como norma, el contacto de cualquier manera y forma con los menores.


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La condena al cardenal Pell. Comentario

Condenado por pederastia el cardenal Pell, ministro de las finanzas vaticanas

El Prefecto de la Secretaría para la Economía ya se encontraba con un permiso para defenderse de las acusaciones. Fue juzgado culpable de abusos sexuales en contra de dos chicos de 13 años. La condena podría llegar a 50 años de cárcel

Condenado por pederastia el cardenal Pell, ministro de las finanzas vaticanas

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Pubblicato il 26/02/2019
Ultima modifica il 26/02/2019 alle ore 10:35
DOMENICO AGASSO JR
CIUDAD DEL VATICANO

Juzgado culpable de haber abusado sexualmente de dos chicos de 13 años. El cardenal George Pell, “ministro” de la Economía vaticano, podría ser condenado a 50 años de cárcel por pederastia.

El veredicto unánime de los 12 miembros del jurado de la County Cort del Estado de Victoria, en Australia, fue emitido el 11 de diciembre, después de dos días de deliberaciones, pero fue dado a conocer hoy.

Pell, de 77 años y ex principal asesor financiero del Papa Farncisco, habría abusado de dos chicos del coro, después de haber oficiado la misa en la catedral de San Patricio en Melbourne, en 1996, cuando tenía 55 años. El jurado también declaró que Pell agredió indecentemente a uno de los chicos en un corredor más de un mes después.

La audiencia de la condena comenzará mañana. El purpurado sigue declarándose inocente y su abogado ha dicho que apelará la sentencia.

Pell cuenta con un permiso, de acuerdo con el Papa, que le concedió la posibilidad de viajar a Australia y dejar su puesto de Prefecto de la Secretaría para la Economía, desde 2017, cuando comenzó a concentrarse en su defensa.

Las acusaciones contra Pell, tanto de encubrimiento de casos de pederastia como de haber abusado personalmente de menores, son noticia desde hace ya varios años. En 2016, entre finales de febrero y principios de marzo, la Royal Comission into Institutional Responses to Child Sexual Abuse (que se encargaba de investigar sobre las respuestas de las instituciones a los abusos sexuales contra menores durante las décadas de los 70 y 80), lo interrogó duramente durante alrededor de una semana mediante una video conferencia desde un hotel del centro de Roma.

Pell al inicio se había negado a ir a Australia para responder a las preguntas de la Comisión, debido a problemas de hipertensión que le habrían impedido emprender un viaje tan largo. Para ello presentó un certificado médico. Sin embargo, después decidió no utilizar la inmunidad diplomática vaticana y responder a la justicia civil.

El 12 de diciembre pasado, Bergoglio sacó a Pell del llamado “C9”, el Consejo de los cardenales que ayuda al Papa en la reforma de la Curia Romana. Ahora sabemos la razón.


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Y ahora en espera de las medidas concretas sobre la protección de menores.

Abusos, la determinación del Papa y el desafío de traducirla en hechos

El día después de la histórica cumbre sobre los abusos convocada por el Papa, el reto principal es traducir en hechos una creciente conciencia sobre la gravedad de la crisis. La determinación de Francisco, la prudencia de algunos obispos y la frustración de las víctimas-activistas
REUTERS

Papa Francisco con los obispos en el ultimo dia de el cumbre sobre los abusos

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Pubblicato il 25/02/2019
Ultima modifica il 25/02/2019 alle ore 17:36
ANDRÉS BELTRAMO ÁLVAREZ
CIUDAD DEL VATICANO

Para el Papa, los abusos contra menores son “una monstruosidad”. Un solo caso ya es demasiado. Por eso, al cerrar en el Vaticano la cumbre mundial de obispos dedicada a esta “plaga”, advirtió que la rabia de la gente contra los consagrados deshonestos está justificada y es reflejo “de la ira de Dios, traicionado y abofeteado”. Pero su determinación afronta ahora un ineludible desafío: lograr que la pesada estructura eclesiástica transforme las buenas intenciones en hechos concretos. Porque reunir a 190 clérigos es fácil, cambiar una “cultura de los abusos” que permeó a la Iglesia católica por décadas es un desafío titánico.

“Tenemos el deber de escuchar atentamente el sofocado grito silencioso (de los pequeños) que, en vez de encontrar (en los sacerdotes) paternidad y guías espirituales, han encontrado a sus verdugos. (Ese grito) hará temblar los corazones anestesiados por la hipocresía y por el poder”. La palabras pronunciadas por Francisco en la misa conclusiva del Encuentro por la Tutela de los Menores en la Iglesia, no dejaron mucho espacio a la imaginación. Pero se quedaron allí, en una declaración de intenciones y unas líneas de acción para el futuro. Esto provocó la frustración de las organizaciones activistas de víctimas.

La expectativa creada en torno a ese discurso final era muy alta. Domingo 24 de febrero, tras cuatro días de intenso debate y en la Sala Regia, uno de los espacios más emblemáticos del Palacio Apostólico. El Papa decidió hablar después de la misa y no en la homilía, que la cedió al obispo australiano de Brisbane Mark Coleridge. Como en las ocasiones en las que Francisco habla no tanto como pastor, sino como líder.

Por eso, se esperaba un mensaje memorable, de total factura bergogliana y que indicase la vía final de la purificación, la transparencia y la rendición de cuentas. Pero Francisco eligió otro camino, dedicando largos párrafos a citar estadísticas a nivel mundial. Opción paradójica, considerando que la Santa Sede carece totalmente de una estadística oficial y pública sobre el número de abusadores en la Iglesia.

Según él mismo lo manifestó, quiso así insertar esta plaga en un cuadro más amplio. Trazó un análisis teológico al problema. Palabras de condena no faltaron. Calificó a los consagrados abusadores como “instrumentos de satanás”, que se convierten en “la mano del mal no perdona ni siquiera la inocencia de los niños”. Identificó “el misterio del mal” detrás de la crisis y advirtió sobre la necesidad de limitar los gravísimos abusos no sólo con medidas disciplinares y procesos civiles y canónicos, sino también afrontar con decisión el fenómeno tanto dentro como fuera de la Iglesia.

Describió al abuso sexual como un abuso de poder, una crueldad, una forma de ofrecer el sacrificio idolátrico de niños “al dios del poder, del dinero, del orgullo (y) de la soberbia”. Se concentró en identificar un “significado” a tanto mal, una explicación más allá de lo natural. Porque, según él, no basta sólo con tomar medidas prácticas sino -sobre todo- espirituales: humillación, acto de contrición, oración, penitencia. “Esta es la única manera para vencer el espíritu del mal”, apuntó.

Más adelante, deseó que la Iglesia se ubique “por encima” de todas las polémicas ideológicas y las políticas periodísticas que “a menudo instrumentalizan”, por intereses varios, los dramas vividos por los pequeños.

Y abundó: “Ha llegado la hora de colaborar juntos para erradicar dicha brutalidad del cuerpo de nuestra humanidad, adoptando todas las medidas necesarias ya en vigor a nivel internacional y a nivel eclesial. Ha llegado la hora de encontrar el justo equilibrio entre todos los valores en juego y de dar directrices uniformes para la Iglesia, evitando los dos extremos de un justicialismo, provocado por el sentido de culpa por los errores pasados y de la presión del mundo mediático, y de una autodefensa que no afronta las causas y las consecuencias de estos graves delitos”.

Afuera de la Sala Regia, las asociaciones de víctimas recibieron el discurso con una actitud crítica y dura. Miguel Ángel Hurtado, referente de la organización española Infancia Robada, calificó la alocución de “decepcionante” y advirtió que esperaba del Papa el anuncio de medidas concretas, más allá de la retórica. Menos intransigente se mostró Jean Marie Furbringer, víctima suiza, quien reconoció la necesidad de tiempo para que los resultados aparezcan pero, al mismo tiempo, calificó al mensaje como “una oportunidad perdida” para la Iglesia.

“Me hago cargo de la frustración”, replicó el arzobispo maltés Charles Scicluna, el domingo durante una conferencia de prensa. Reconoció como legítimo que exista desacuerdo con los avances registrados en la Iglesia a raíz de la cumbre, pero defendió el proceso de toma de conciencia y cambio que el encuentro de obispos propició.

Con él coincidió el sacerdote jesuita Federico Lombardi, moderador de la reunión de obispos con el Papa, quien muy diplomáticamente destacó que ha resultado muy difícil establecer un diálogo constructivo con algunas asociaciones de víctimas porque, las demandas se han presentado generalmente con un tono de ultimátum y de forma imperativa.

Finalmente, a él le tocó la tarea de anunciar una serie de medidas que tomarán forma en las próximas semanas. Entre otras cosas, precisó que resulta inminente la publicación de un decreto papal en forma de “motu proprio” (de propia voluntad) sobre “la protección de los menores y de las personas vulnerables”, para reforzar la prevención y el combate a los abusos en la Curia Romana y en el Estado de la Ciudad del Vaticano. Esto será acompañado por una nueva ley y unas líneas guía aplicables en el territorio del Estado pontificio.

Esa iniciativa busca acabar con la disparidad entre la Santa Sede y las diócesis de todo el mundo, mientras las segundas fueron obligadas en 2011 a redactar sus propias líneas guía y protocolos para la defensa de la infancia, la primera no tenía nada de eso. Incluso, el propio Papa Francisco anticipó que modificará las normas sobre la posesión de pornografía con menores en el Vaticano, estableciendo que se considera delito tener imágenes pornográficas con menores de 18 años y no de 14, como hasta ahora.

Asimismo, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicará un vademécum que ayudará a los obispos del mundo a comprender claramente sus deberes y sus tareas. No existe aún una fecha prevista para ello. Asimismo, se pondrá en marcha la constitución de grupos especiales (task forces), constituidos por personas capaces de ayudar a las conferencias episcopales y las diócesis que se encuentren en dificultad para afrontar los problemas.

El avance sobre este frente fue inmediato. Este mismo lunes 25 de febrero tuvo lugar la primera reunión interdicasterial con los jefes de diversas secciones de la Curia Romana para pasar revista a la cumbre apenas concluida e ilustrar los próximos pasos. Entre los aspectos subrayados en esa cita destacan la necesidad de un mayor involucramiento de los laicos en estos temas y la necesidad de invertir en la prevención valiéndose de la experiencia en este campo, además de subrayar la urgencia de darle seguimiento -al más alto nivel- a las conclusiones de la cumbre anti-pederastia.