Opinión / Donato Ndongo-Bidyogo
Biram uld Abeid Dah recibió en 2013 el Premio de Derechos Humanos de la ONU. En noviembre pasado, fue arrestado por “resistencia a la autoridad” y, junto a numerosos activistas, condenado a dos años de prisión. Su único delito: ser negro en Mauritania y osar protestar pública y pacíficamente contra el destino impuesto a su raza. Poco importó que su partido, Iniciativa para el Resurgimiento del Abolicionismo (IRA), resultase el segundo más votado en las últimas elecciones, pese a estar declarado ilegal. Que la esclavitud sigue vigente en Mauritania es un secreto a voces, convenientemente silenciado por el Gobierno de Nuakchot, los omnipotentes poderes públicos occidentales y la prensa internacional.
10 de septiembre de 2015 en 20:21
Reblogueó esto en Jesús Antonio Clara Ordoñez.