Loiola XXI

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España: próximamente nuevos beatos y venerables.

beatos mártires guerra civil españa Entre los próximos beatos, 27 mártires de la guerra civil española  (Vatican Media)

Serán Beatos 27 mártires de la Guerra civil española

La Iglesia tendrá dentro de poco 28 nuevos Beatos, asesinados en su mayoría por odio a la fe durante la guerra civil española del siglo pasado. Emblemática la muerte de la Hermana Isabel, asesinada brutalmente a 76 años de edad.

El Papa Francisco recibió ayer al cardenal Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, autorizando al Dicasterio a promulgar los Decretos concernientes 28 próximos Beatos y 6 nuevos Venerables Siervos de Dios. Entre los Beatos se encuentran 27 mártires, asesinados por odio a la fe entre 1936 y 1937 durante la guerra civil española: Ángel Marina Álvarez y 19 compañeros mártires de la Orden los Frailes Predicadores, Juan Aguilar Donis y 4 compañeros de la misma Orden, Fructuoso Pérez Márquez, fiel laico de la tercera orden de Santo Domingo e Isabel Sánchez Romero (Ascensión de San José), monja profesa de la Orden de Santo Domingo.

El martirio de la hermana Isabel a 76 años de edad

La historia de la religiosa española Isabel Sánchez Romero describe la fe de los tantos mártires de ayer y de hoy. Isabel nació en 1860 en una zona de campo de Huéscar, en Andalucía. A los 17 años entra en el monasterio de las Hermanas Dominicas. Como monja profesa toma el nombre de Ascensión de San José.  Obediente, silenciosa, trabajadora y humilde, Isabel sufría de una enfermedad rara que cubría su cuerpo con llagas, pero nadie la escuchó lamentarse. En 1936 estalló la guerra civil en España. Pronto comenzó la persecución de los católicos. El 15 de febrero de 1937 Isabel fue arrestada. Tenía 76 años. En la cárcel fue insultada y golpeada por milicianos republicanos, sin importar su edad. Quieren obligarla a blasfemar y ella responde con jaculatorias. Al día siguiente tiene que subir a la camioneta con los otros prisioneros para ser transportados al cementerio, donde encontrará su fin. No puede levantarse, así que la tiran como a un saco en el vehículo. Cuando llegan a su destino, los milicianos disparan a los prisioneros, uno por uno, mientras que los demás se ven obligados a esperar su turno. La hermana Isabel ve morir a su sobrino Florencio; sigue negándose a blasfemar. Reza hasta el final. Pusieron su cabeza sobre una piedra y con otra piedra le machacaron el cráneo. Era el 16 de febrero de 1937.

La hermana Maria Luigia del Santísimo Sacramento

Entre los nuevos Beatos se encuentra también la religiosa italiana Maria Luigia del Santísimo Sacramento (Maria Velotti). Nacida en Soccavo, cerca de Nápoles, el 16 noviembre 1826, fundó el Instituto  de las Hermanas Franciscanas Adoratrices de la Santa Cruz (1826-1886) estableciendo la Casa Madre en Casoria, en cuya capilla descansan sus restos mortales.

Los seis nuevos Venerables Siervos de Dios

Con el reconocimiento de las virtudes heroicas, se convierten en Venerables Siervos de Dios: Vincenzo Maria Morelli, italiano, de la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos, Arzobispo de Otranto (1741-1812); Carlo Angelo Sonzini, sacerdote diocesano italiano, fundador de la Congregación de las Hermanas Siervas de San José (1878-1957); Americo Monteiro de Aguiar, sacerdote diocesano portugués (1887-1956); Giulio Facibeni, sacerdote diocesano italiano (1884-1958); Gregorio Tommaso Suárez Fernández, sacerdote profeso español de la Orden de San Agustín (1915-1949); Maria de los Ángeles de Santa Teresa (en el siglo: Dináh Amorim), religiosa profesa brasileña del Instituto de las Hijas de María de las Escuelas Pías (1917-1988).


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Guatemala tiene desde hoy un nuevo Beato

2019.11.13 James Alfred Miller2019.11.13 James Alfred Miller 

Centro América ya tiene un nuevo beato: El Hermano Santiago Miller

La ceremonia de beatificación del Hermano Santiago o James Miller mártir de la educación, tiene lugar hoy sábado. El beato pertenecía a la orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, y es beatificado en Huehuetenango, Guatemala. El Santo Padre ha enviado a presidir la ceremonia al cardenal de Panamá, obispo de David, José Luis Lacunza

Patricia Ynestroza y Roberta Barbi – Ciudad del Vaticano

Si desea seguir la ceremonia de beatificación puedo hacer entrando en el enlace de Radio San Pedro 98.1 FM  o entrando en el enlace del Canal de Youtube de Canal Stella Maris TV

Vatican News ha hablado con el cardenal Lacunza. Un testimonio y ejemplo para cada educador, como subraya el cardenal. “El buen educador católico es como una semilla que tarde o temprano fructifica, pone las bases de una personalidad firme, de una fe valiente y decidida. Y enseña a los jóvenes a razonar con criterio propio para tomar decisiones consistentes con su fe, como lo hizo este hermano mártir, manteniéndose cerca de sus chicos hasta el final «.

Cardenal José Luis Lacunza, enviado a ceremonia de beatificación

Infancia en los Grandes Lagos

A pesar de estar tan bien en América Central, con esa naturaleza increíble, James no es de aquí: proviene de un pequeño pueblo cerca de Stevens Point, Estados Unidos, en la región de los Grandes Lagos, donde su padre, que es productor de lácteos, tiene una granja. Aquí James, junto con sus hermanos, pasa años felices, aprendiendo a amar la vida al aire libre y a realizar pequeños trabajos de mantenimiento que también necesitará en su vida como persona consagrada: «Era un hombre muy activo», dice el hermano Rodolfo Meoli,  postulador de la causa de la beatificación: dijo que cada trabajo es digno si se hace con amor y, a menudo, después de un día en clase, se dedicó a reparar la estructura, a veces incluso sus superiores le reprocharon esto, porque para nosotros los lasalianos la escuela debe estar en primer lugar Pero el H. James nunca descuidó la enseñanza, sino que se unió a la teoría del conocimiento, la práctica del hacer ”.

James se convierte en «Leo William»

James conoció a los Hermanos de las Escuelas Cristianas en 1955, cuando se matriculó en su escuela de Steven Point dedicada a Pío XII que unos años antes había proclamado Santo al fundador Giovanni Battista de La Salle. Aquí descubrió su vocación y así, en 1962, comenzó su noviciado: según el uso de aquella época –abolida después por razones prácticas en 1965- debe despojarse de toda su vida anterior, incluido su nombre, por lo que pasó a llamarse Leo William. A los votos religiosos agrega los dos votos característicos de los Hermanos: enseñanza gratuita para los pobres y lealtad al instituto, por lo que está listo para su primera asignación, que vendrá pronto. En 1969 debe reemplazar a un hermano enfermo y comenzar a enseñar; sus alumnos lo aman desde el primer momento porque ese hombre robusto, muy alto, siempre sonriente, los conquista más allá de las palabras con el ejemplo: deja la cátedra al final de la hora, y en efecto, se entrega incluso a los trabajos más humildes, como barrer el piso o limpiar los sanitarios.

«Hermano Santiago» en misión

El primer asentamiento de la Congregación en América Central se remonta a principios de siglo y se encuentra en Nicaragua. Y justo allí, en Bluesfield, el Hno. James fue enviado en 1969 y fue recibido como «Hermano Santiago». Estos son años en los que se darán saltos gigantes en el campo de la educación escolar para los necesitados, lo que dará lugar a la concesión de diplomas superiores bilingües. El Hno. James es también autor de una experimentación muy exitosa, que él llama «misión compartida»: es decir, la plena integración de colegas laicos junto con los Hermanos consagrados, en el campo de la educación en todos los niveles. Sin embargo, la situación en Nicaragua se vuelve difícil: los levantamientos sandinistas en América Central obligan al presidente Somoza a huir. El H. James no oculta su posición: espera que haya una transición pacífica del poder, pero esto no es bien visto por los revolucionarios que comienzan a ver a esos misioneros católicos como enemigos. El hermano James entonces se aleja y transcurre un año en la granja de sus padres en los Estados Unidos, pero con su mente, con su sueño, él siempre está allí: en América Central, entre los nativos.

El cardenal Lacunza, expresó su sorpresa, cuando recibió la noticia que iría como enviado del Papa a presidir la ceremonia de beatificación en Guatemala. Consideró un don de Dios y “un gran favor que le hizo el Papa Francisco, para que se cuestionara sobre lo que el purpurado hace y vive a la luz del beato Santiago o James. Además, nos describe su admiración por este joven de 37 años, que demostró con su muerte hasta qué punto sigue siendo válida la dedicación de hombres y mujeres a la formación y educción de los chicos.

Cardenal José Luis Lacunza, enviado a ceremonia de beatificación

La Guatemala de esos años difíciles

Inicialmente, en Guatemala la situación política parece mejor, por lo que el Padre James, quien ha estado insistiendo durante algún tiempo con sus superiores en regresar a la misión, fue asignado al Colegio Indígena de Huehuetenango en 1981. «Fueron años turbulentos para el país», recuerda el Hermano Meoli, hubo una especie de persecución silenciosa cuyas víctimas eran en su mayoría religiosos católicos, culpables de defender a los pobres. Por ejemplo, en la universidad indígena del Hermano James, estudiaban muchos jóvenes mayas cuyas familias tenían tierras en las montañas que les fueron desposeídas por los terratenientes de acuerdo con el gobierno «. Estos Hermanos, por lo tanto, son personajes incómodos y comienzan a ser objeto de amenazas, al principio confusas, luego cada vez más precisas, pero el problema es que nadie sabe dónde y cuándo atacarán los «escuadrones de la muerte» apoyados por el ejército. Nadie los ha visto nunca. Y así, a pesar del peligro concreto, el Hermano James decide no ceder: esta vez no dejará su oficina dándola a los que siembran la muerte, esta vez permanecerá en su lugar.

La última lección del Hermano James: el martirio

Es el 13 de febrero de 1982, en la tarde. Como siempre, el Hermano James, después de terminar las lecciones en el aula, se dedica a lo que hay que hacer de práctico en la universidad. Ese día decide fijar una lámpara en la fachada, porque al día siguiente los muchachos habrían celebrado con un baile en máscaras. Sube la escalera, se pone a trabajar, y sus asesinos lo golpean allí mientras trabaja, luego desaparecen en unos segundos. Según el postulador, los asesinos vieron una afrenta el hecho que después de amenazar con matar a todos, la Congregación envía un hermano menor. Pero no entendieron el carisma lasaliano, ni la grandeza de los mártires. «Los mártires continúan hablando incluso después de la muerte, de hecho, especialmente después de su muerte – concluye el Hno. Meoli – y en particular el Hno. James todavía habla hoy a los jóvenes, invitándolos a escuchar su propia voz interior, la voz de Dios, a menudo sofocada de las mil voces que tenemos a nuestro alrededor. Es un ejemplo de la necesidad de «desconectarse» de los muchos dispositivos que nos acompañan en la vida cotidiana y «conectarnos» con el bien y con el llamado que el Señor reserva para cada uno de nosotros «.

Eran tiempos difíciles en Centro América, en Nicaragua el presidente Anastasio Somoza había huido por los aires de revolución en el país, y en Guatemala los escuadrones de la muerte apoyados por el ejército estaban matando a quien contradecía sus planes de poder.

Cardenal José Luis Lacunza, enviado a ceremonia de beatificación

 

05 diciembre 2019, 12:26


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Brasil: el P. Donizetti nuevo Beato.

Es Beato el padre Donizetti Tavares de Lima, el «taumaturgo»

Hoy, este sacerdote enamorado de la Virgen de Aparecida y de su prójimo, que ayuda espiritual y físicamente, ganando la reputación de taumaturgo, se eleva a los honores de los altares de Tambaú, Brasil. En la ceremonia, en representación del Santo Padre, el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Cardenal Angelo Becciu

Roberta Barbi – Ciudad del Vaticano

Los dieciséis niños con los que el Señor quiso bendecir la unión de los Tavares de Lima crecen con pan – poco – y música – tanta: él, Tristão, es abogado y ella, Chichina, maestra, pero ambos tienen una gran pasión por la música, así como por nuestro Señor, por lo que, además de bautizar a sus hijos con nombres extravagantes como Verdi, Bellini o Mozart, los educan en una fe firme y madura. El quinto de sus hijos nació en 1882 en Cássia, Brasil, y recibió el nombre de Donizetti, siempre en homenaje al gran compositor italiano. Él, sin embargo, prefería la música de Dios y usaba su voz no para cantar, sino para rezar a Nuestra Señora de Aparecida para que le mostrara su misión.

La devoción a Nuestra Señora de Aparecida

En una carta a su madre desde el seminario, Donizetti escribió que María era la principal «responsable» de su llamada a la vida religiosa, y como después será fundamental en muchas otras opciones de su vida porque «sólo ella sabe interceder ante el Señor». Donizetti, que toca el órgano en el seminario, combina así su pasión por la música con su pasión por la oración: volviéndose un instrumento en las manos de la Virgen. Ordenado sacerdote en 1908, fue a varias parroquias antes de ser nombrado párroco en S. Antonio di Tambaú, donde permaneció hasta su muerte en 1961, y precisamente en la diócesis de S. Joao de Boa Vista hizo construir una capilla en honor de la Virgen de Aparecida.

Jóven entre los jóvenes

El P. Donizetti era un muchacho fuerte y alto, de temperamento alegre, por lo que no tuvo dificultad en atraer a las almas más jóvenes de su parroquia, constituyéndose en un ejemplo de vida religiosa para aquellos en quienes veía la vocación, e iniciando en el trabajo a las otras para darles un futuro digno. Sustituyó, en la práctica, a las escuelas vocacionales que en el Brasil de la época eran todavía una realidad por venir, como relata el cardenal Becciu: «En aquella época no era que la sociedad ofreciera tanto; la Iglesia siempre hacía acto de suplencia en ausencia de la organización estatal, por lo que creaba escuelas, momentos de encuentro…». Y él tenía una bella personalidad, su forma de ser y sus hermosas cualidades como músico, como hombre comprometido con la esfera social: todo esto atraía a la gente y especialmente a los jóvenes».

El cuidado de las almas… y de los cuerpos

Pero el Padre Donizetti hace más. Él quiere cuidar de sus ovejas tanto espiritual como físicamente, así a esparcirse la noticia de que sus bendiciones son prodigiosas, que tienen poderes para sanar de todo mal. A mediados de los años cincuenta, miles de personas hacían cola fuera de su parroquia sólo para hablar con él, para ser acariciadas. El Padre Donizetti tenía miedo de lo que le estaba sucediendo, no estaba seguro de que fuera la voluntad de Dios, así que escribió a su obispo, como nos dice también el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos:

«Excelencia, antes de que lo sepa por otros, he venido a decirle que mucha gente viene a visitarme porque se ha corrido la voz de que mi bendición cura  o  es de consuelo en las penas. Siempre rezo a Nuestra Señora Apareçida. Soy consciente de que esta es una misión que usted me ha confiado, ayudar a los necesitados. ¿Qué debo hacer? – es la carta del sacerdote. El obispo le dio una respuesta alentadora y serena: `Querido Padre, continúe dando su bendición, la que es de la Iglesia. No es un acto de magia, ni una invención suya. Dispense las gracias de Nuestra Señora. Vaya tranquilo».

Inspirado en la doctrina social de la Iglesia

Siempre en movimiento, el Padre Donizetti se hace inspirar por el Espíritu Santo, pero también por la Rerum Novarum, la primera encíclica sobre la doctrina social de la Iglesia que León XIII había promulgado unos años antes. Estamos en un Brasil que ha abolido recientemente la esclavitud, pero en el que hay una ausencia total de protección de los derechos humanos, por no hablar de aquellos de los trabajadores. Y en esto también el Padre Donizetti se convierte en precursor: compra tierras y casas para los que no tienen nada, construye un hospicio para los ancianos pobres, un jardín de infancia para los niños, un centro de alimentación para los necesitados, crea una asociación para la protección de la maternidad y la infancia y un club para los empleados de las fábricas; más tarde un equipo de fútbol, una banda de música…. Obviamente, también crea cierto descontento en los poderosos, como atestigua el cardenal:

«No sólo mal humor, sino contrastes, incluso la persecución por parte de aquellos que se ven amenazados en su tranquila y cotidiana vida, pero sobre todo en la preservación del poder económico, a menudo construido sobre la explotación de los trabajadores. Un sacerdote si se comporta como tal será un signo de contradicción, como lo fue Jesús. Jesús dijo: «Ay de vosotros, si la gente hablará siempre bien de vosotros, no seréis mis discípulos». Si no provocamos, si no creamos estos momentos, incluso de persecución, de persecución moral, de calumnia hacia nosotros, se ve que no hemos estado exactamente en línea con Jesucristo».


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Card. Sandri: celebración de S. Carlos Borromeo

San Carlo Borromeo, Giovanni Battista CrespiSan Carlos Borromeo 

El Cardenal Sandri en la Solemnidad de San Carlos Borromeo

En su homilía de la Misa que el Cardenal Leonardo Sandri, Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, celebró en la Solemnidad de San Carlos Borromeo, copatrono de la Parroquia de los Santos Blas y Carlos en Catinari en la Basílica de Sant’Andrea della Valle, invocó su intercesión ante los numerosos focos de violencia cuyas poblaciones anhelan paz y justicia

María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano

Ayer en Roma, a las 18.30, el Cardenal Leonardo Sandri presidió la Celebración Eucarística en la Basílica de Sant’Andrea della Valle por la Solemnidad de San Carlos Borromeo, copatrono de la Parroquia de los Santos Blas y Carlos en Catinari que se encuentra en ese territorio parroquial. Concelebraron con el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales numerosos sacerdotes pertenecientes a diversas Órdenes religiosas, junto al Superior General de los Padres Barnabitas, el Padre Rodrigo, párroco, y los demás miembros de la comunidad religiosa.

Esta celebración se llevó a cabo fuera de la iglesia parroquial puesto que a pesar de que han transcurrido ya tres años del último terremoto, es la única iglesia de Roma que se encuentra cerrada en espera de que comiencen los trabajos de restauración a cargo del Fondo para los Edificios de Culto del Ministerio italiano del Interior.

Además, cabe destacar que esta iglesia de los Santos Blas y Carlos en Catinari se le asignó como come diaconía cardenalicia a Leonardo Sandri en el Consistorio del 24 de noviembre del año 2007. Posteriormente, el Papa Francisco la elevó a título cardenalicio pro hac vice en el Consistorio del 19 de mayo de 2018. Sin embargo, el Purpurado argentino ha permanecido como titular, aun habiendo sido elevado por el Pontífice al orden de los Cardenales Obispos a partir del 28 de junio del mismo año.

El despojado San Carlos Borromeo

En su homilía el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales comenzó afirmando que esta celebración anual del Santo copatrono, Carlos Borromeo invita a vivir la Eucaristía del Señor permaneciendo “peregrinos” y llamando a las puertas de las demás iglesias presentes en el territorio de la parroquia, en espera de que los auspiciados trabajos devuelvan este templo de San Blas y San Carlos en Catinari. Y añadió que se trata de una necesidad para estar cerca del mismo Borromeo, quien “aun perteneciendo a una rica y noble familia supo despojarse de sus bienes para tratar de socorrer a la población de Milán durante el flagelo de la peste”.

Después de destacar la hospitalidad que ofrece la comunidad de los Padres Teatinos que administra esta basílica y que da a conocer otro dato de la vida de San Carlos como es la admiración y la amistad con los santos, el Purpurado recordó que el copatrono había renunciado a sus privilegios para vivir enserio su llamada a ser pastor, por lo que eligió estar entre la gente que se le había encomendado como Arzobispo de Milán, predicando, enseñando y “gastándose sin medida”.

A imitación del Santo copatrono

Aludiendo al Evangelio de Juan, en el que el Señor se identifica con el Buen Pastor que llama a las ovejas por su nombre y les ofrece su propia vida siguiendo la voluntad de su Padre, el Cardenal Sandri relacionó este modo de vida con el de San Carlos y formuló votos para que cada uno de los presentes reciba como don esa sed y deseo diario de encontrarse con el Señor y Redentor “en el vértigo del silencio que deja espacio a su voz que habla a nuestro corazón”.

Su Magisterio

Al recordar que su mirada al crucifijo jamás lo  distrajo de su atención a los necesitados desde el punto de vista material y espiritual, el Purpurado afirmó que ante el ejemplo de San Carlos “nos damos cuenta de cuán estériles son esas discusiones, incluso anche dentro de la Iglesia,  que aíslan una parte de su misión” y hacen que se pierda su integridad, terminando por “suscitar divisiones y contraposiciones”. A lo que agregó textualmente:

“ El anuncio del Evangelio, preservando el depositum fidei, forma una sola cosa con la atención a los pobres, la búsqueda de la justicia, el respeto de la casa común ”

Deseados tiempos de paz y reconciliación

Y concluyó su homilía encomendando a la intercesión de San Carlos los numerosos focos de violencia y de tensión que el Dicasterio que preside sigue cotidianamente: Siria, El Líbano, Iraq, Etiopía, Eritrea y Ucrania. De manera que – dijo el Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales –  “lleguen pronto los deseados tiempos de paz y de reconciliación en la justicia y en el respeto de los derechos fundamentales de la persona humana”, con la oración también para que los Pastores, Obispos y sacerdotes, “vivan esa entrega profunda a la vida de la grey que les ha sido encomendada, ofreciendo testimonios luminosos del estilo evangélico, para promover el anuncio del Evangelio, en la búsqueda del bien común junto a todos los hermanos y hermanas en la fe y en la humanidad”.


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Todos los santos. Angelus del Papa

El Papa Francisco asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano. El Papa Francisco asomado desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano.   (Vatican Media)

El Papa en el día de Todos los Santos: “Ellos son el reflejo de la presencia de Dios”

En el Ángelus de este primero de noviembre, Solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco recuerda que la santidad es un Don y una llamada e invita a seguir el ejemplo de los Santos y las Santas: “esas personas que han encontrado en el Señor la fuerza para levantarse una y otra vez”.

Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano

En el día en el que la Iglesia Católica celebra la Fiesta de Todos los Santos, el Papa Francisco recuerda que los Santos y las Santas que hoy se celebran “no son simplemente símbolos, seres humanos lejanos e inalcanzables” sino “personas que han vivido con los pies en la tierra y han experimentado el trabajo diario de la existencia con sus éxitos y fracasos, encontrando en el Señor la fuerza para levantarse una y otra vez y continuar el camino”. En este sentido, el Pontífice además explicó que si se entiende esto, “se comprende que la santidad es una meta que no se puede alcanzar solo con las propias fuerzas, sino que es fruto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella”.

La santidad es Don y llamada

Antes de rezar a la Madre del cielo, Francisco también aseguró que “todos estamos llamados a la santidad” y que ésta es “un Don y una llamada”: Es Don – explica – porque es algo “que no podemos comprar ni intercambiar” sino “acoger”, participando así en la misma vida divina a través del Espíritu Santo que vive en nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Esto significa – dice el Papa – “ser cada vez más conscientes de que estamos injertados en Cristo, cómo la rama está unida a la vid, y por lo tanto podemos y debemos vivir con Él y en Él como hijos de Dios”.

Pero la santidad, además de ser un don, “también es una vocación común de los discípulos de Cristo” señaló el Papa, “es el camino de plenitud que cada cristiano está llamado a seguir en la fe, avanzando hacia la meta final: la comunión definitiva con Dios en la vida eterna”. En este sentido, el Santo Padre puntualizó que la santidad es, por tanto, “una respuesta al Don de Dios” y se manifiesta “como una asunción de responsabilidad”, por ello es importante que todos asumamos un compromiso serio y diario de santificación “tratando de vivir todo con amor y con caridad”.

El ejemplo de los Santos nos ayuda a enfrentar los problemas de la vida

Durante su alocución, Francisco también explicó que los Santos que celebramos hoy “son hermanos y hermanas que han admitido en sus vidas que necesitan esta luz divina, abandonándose a ella con confianza y ahora, ante el trono de Dios, cantan su gloria eternamente”. Además, “mirando sus vidas – continúa – estamos estimulados a imitarlos” pues entre ellos “hay muchos testigos de una santidad de la puerta de al lado, de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”. En sus palabras finales, el Papa señaló que al recordar a los Santos levantamos la mirada al cielo “no para olvidar las realidades de la tierra, sino para enfrentarlas con más coraje y esperanza”.


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Fiesta de todos los santos. Significado

Solemnidad de Todos los Santos, la fiesta del cielo

El día de Todos los Santos es una Solemnidad en la que la Iglesia celebra juntos la gloria y el honor de todos los Santos, que contemplan eternamente el rostro de Dios y se regocijan plenamente en esta visión. A nosotros, fieles, este día nos enseña a mirar a aquellos que ya poseen el legado de la gloria eterna.

Roberta Barbi – Ciudad del Vaticano

Algunos la llaman también «Pascua de Otoño», la importante solemnidad que hoy celebramos como miembros activos de una Iglesia que una vez más no se mira a sí misma, sino que mira y aspira el cielo. La santidad, en efecto, es un camino que todos estamos llamados a seguir, siguiendo el ejemplo de nuestros hermanos mayores que nos son propuestos como modelos porque han aceptado dejarse encontrar por Jesús, hacia quien han ido con confianza trayendo sus deseos, sus debilidades y también sus sufrimientos.

El significado de la solemnidad

La memoria litúrgica dedica un día especial [NG1] a todos aquellos que están unidos a Cristo en la gloria y que no sólo son indicados como arquetipos, sino también invocados como protectores de nuestras acciones. Los Santos son los hijos de Dios que han alcanzado la meta de la salvación y que viven en la eternidad esa condición de bienaventuranza bien expresada por Jesús en el discurso de la montaña narrado en el Evangelio (Mt 5, 1-12). Los Santos son también los que nos acompañan en el camino de la imitación de Jesús, que nos conduce a ser la piedra angular en la construcción del Reino de Dios.

La Comunión de los santos

En nuestra Profesión de Fe afirmamos que creemos en la Comunión de los Santos: con esto queremos decir tanto la vida como la contemplación eterna de Dios, que es la razón y el propósito de esta comunión, pero también queremos decir la comunión con las «cosas» santas. Si, en efecto, los bienes terrenales, en cuanto son limitados, dividen a las personas en el espacio y en el tiempo, las gracias, los dones que Dios hace son infinitos [NG2] y de ellos todos pueden participar. Especialmente el don de la Eucaristía nos permite vivir ya ahora la anticipación de esa liturgia que el Señor celebra en el santuario celestial con todos los santos. La grandeza de la redención se mide por el fruto, es decir, por los que han sido redimidos y han madurado en la santidad. La Iglesia contempla en sus rostros su vocación, la condición de humanidad transfigurada en el camino hacia el Reino.

Orígenes e historia de la fiesta

Esta fiesta de la esperanza, que nos recuerda el objetivo de nuestra vida, tiene raíces antiguas: en el siglo IV comienza a celebrarse la conmemoración de los mártires, común a varias Iglesias. Los primeros vestigios de esta celebración se encontraron en Antioquía el domingo siguiente a Pentecostés y San Juan Crisóstomo ya hablaba de ello. Entre los siglos VIII y IX, la fiesta comenzó a extenderse por toda Europa, y en Roma específicamente en el siglo IX: aquí el Papa Gregorio III (731-741) eligió como fecha del 1 de noviembre para coincidir con la consagración de una capilla en San Pedro dedicada a las reliquias «de los santos apóstoles y de todos los santos mártires y confesores, y de todos los justos perfeccionados que descansan en paz en todo el mundo». En la época de Carlomagno, esta fiesta ya era ampliamente conocida como la ocasión en que la Iglesia, que todavía peregrina y sufre en la Tierra, miraba al cielo, donde residen sus hermanos y hermanas más gloriosos.


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Todos los santos. Homilía de Fray Marcos.

 

 

 

 

 

iglesia1TODOS SANTOS PORQUE LO DIVINO NOS ATRAVIESA

WrittenbyFray Marcos

Mt 5, 1-12

Vaya por delante que hoy me siento absolutamente incapaz de armonizar el sentido que la liturgia da a esta fiesta con el mensaje del evangelio. Un botón de muestra: En la oración colecta se habla de “los méritos de todos los santos” y “la multitud de intercesores”. ¿No decía el domingo pasado el evangelio que el fariseo, que se sentía con derechos, no salió justificado del templo? Esa interpretación de la santidad como superioridad moral no tiene nada que ver con el evangelio. Y los intercesores; ¿Son mejores que Dios y nos quieren más?

Hace ya algunos años que vengo titulando esta fiesta como “todos santos”. Hoy añado “y pecadores” porque sin ese añadido, lo podemos entender mal. Me ayudó mucho a este matiz el oírle al Papa decir, ya varias veces; “soy un pecador”. Naturalmente, el Papa no quiere decir que roba o que mata o que hace otras barbaridades. Lo que hace es manifestar su fina espiritualidad, dando a entender que de lo que es a lo que tendría que ser hay aún un abismo. Esta idea ya la había desarrollado Lutero, siendo muy criticado por ello.

Está dando un vuelco la idea que teníamos de “santo”. A ello ha contribuido no poco el afán de la institución en las últimas décadas por declarar santos incluso a centenares. Suele pasar que a toda inflación corresponde casi siempre una devaluación. También han ayudado a esta nueva idea de santo los métodos utilizados en los procesos de canonización, no siempre auténticos ni demasiado convincentes. La prueba está que suelen salir adelante los procesos que tienen detrás una institución influyente y con dinero a discreción.

Lo que hemos dicho el día del fariseo y el publicano son puede servir hoy. Santo no es el perfecto, sino el pecador que reconoce la necesidad que tiene de un Dios que le ame sin merecerlo. Solo cuando uno se siente pecador está cerca de Dios. Solamente en la medida que un ser humano es santo puede sentirse pecador. El santo nunca descubrirá que lo es. Por favor, que nadie caiga en la tentación de aspirar a la perfección, “santidad”. Aspirad solo, a ser cada día más humanos, desplegando el amor que Dios ha derramado en vuestro ser.

En la celebración de este día, no tenemos que pensar en los “santos” canonizados, ni en los que desarrollaron virtudes heroicas, sino en todos los hombres que descubrieron y mostraron la marca de lo divino en ellos, aunque no hayan pensado en la santidad. No se trata de celebrar los “méritos” de personas extraordinarias, sino de reconocer la presencia de Dios, que es el único Santo, en cada uno de nosotros. El único mérito es de Dios.

En todos los tiempos han existido y siguen existiendo personas que descubriendo su autentico ser, ha sido capaces de darse a los demás y de hacer así un mundo más humano. En este mundo hay lugar también para el optimismo, porque la inmensa mayoría de la gente son “buenas personas”, que intentan por todos los medios hacer felices a los demás. Eso no quiere decir que no tengan fallos. Una de las actitudes que más nos humanizan es precisamente el aceptar las limitaciones, en nosotros mismos y en los demás. Jesús no exigió la perfección a sus seguidores, solo les pedía que descubrieran el amor que es Dios en ellos.

Estamos llamados todos a ser santos. Esto no debe asustarnos, porque no se trata de exigirnos la perfección sino de descubrir al Perfecto identificado con cada uno de nosotros. Significaría que debemos descubrir lo que Dios es en lo hondo de nuestro propio ser. No pensar en un Señor perfectísimo al que tenemos que parecernos. Obligarnos a imitar a Dios nos  ha hundido en la miseria más absoluta, porque mientras seamos humanos, nadie puede ser perfecto. Dejaríamos de ser humanos, que es lo que muchas veces ha pasado.

En esta fiesta celebramos la “bondad” se encuentre donde se encuentre. Es una fiesta de optimismo, porque, a pesar de los telediarios, hay mucho bien en el mundo si sabemos descubrirlo. Es cierto que mete más ruido uno tocando el tambor que mil callando. Por eso nos abruma el ruido que hace el mal y no nos queda espacio para descubrir el bien, que es mucho más fuerte y está más extendido que el mal.

Hoy es el día del optimismo. La Vida y el Bien triunfan sobre la muerte y el mal. Desde esta perspectiva, la vida merece siempre la pena. Porque esta alegría de vivir tenemos que mantenerla a pesar de tanto sufrimiento y dolor como encontramos en nuestro mundo. A pesar de que muchos seres humanos consumen su existencia sin enterarse de lo que son, y se conforman con vegetar como las plantas o quedarse en lo sensorial como los animales.

La santidad consiste en la posibilidad que me da Dios de parecerme a Él, porque está en lo hondo de mi ser como fuerza de actuación. En la medida que yo tomo conciencia de esa realidad que hay en mí, empiezo actuar según ella. Hablamos en contra de lo que nos han enseñado: Para ser santo tienes que hacer esto y dejar de hacer lo otro, siempre de manera heroica, pues lo que me piden es lo que cuesta, y lo que me prohíben es lo que me gusta.

Es muy significativa la identificación que ha hecho el “pueblo” (Iglesia) de esta fiesta de “todos los santos” con la de “todos los difuntos”, hasta el punto de que para muchos son una sola fiesta. Debíamos tomar conciencia de esta  realidad, para que las dos fiestas tomaran el verdadero significado. Son fiestas de recuerdo y agradecimiento. ¿Es concebible que uno no considere a su madre “santa”? Esto es lo que nos obliga a pensar que una madre no muere nunca, porque lo que ha dado, seguirá llegando a nosotros a pesar de que ya no esté.

Tratemos de descubrir ese futuro desde Dios. ¿Por qué nos empeñamos en imaginar un más allá conforme a nuestra limitación actual? Pretender que permanezca nuestra condición de criatura limitada no tiene mucho sentido. Lo contingente es perecedero. Lo único que permanece de nosotros es lo que ya tenemos de trascendente. La eternidad no es una sucesión interminable de tiempo, sino un instante en el que ya estamos. Eternidad no es lo contrario de tiempo, sino un ámbito al que podemos acceder aunque estemos en el tiempo.

Alguien ha dicho: Amar es decirle al otro: no morirás. Si el que ama es Dios, nos está diciendo: tú permanecerás mientras yo sea, es decir, siempre. El punto por el que podemos conectar con Dios nos hace eternos. Ese punto no puede ser lo material, lo biológico, lo caduco, sino lo trascendente. Yo permaneceré en la medida que renuncie (muera) a mi falso yo. “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”.

Cuando Jesús le dice a Nicodemo: “hay que nacer de nuevo”, le está invitando a encontrar una Vida (con mayúscula) trascendente, la del Espíritu. Una Vida que poseemos mientras desplegamos nuestra vida (con minúscula). Es la verdadera, la definitiva, porque la biológica termina sin remedio, pero la espiritual no tiene fin. Cada vez que oigamos en la Escritura “vida eterna”, debemos entender: Vida definitiva. No se trata de la vida del más allá, sino del aspecto más interesante de la vida del más acá.

 

Meditación

Cuando Jesús dice: “yo y el Padre somos uno”,
está manifestando su vivencia más profunda.
Consciente de que su centro está en Dios,
irradia esa realidad de Dios en todas direcciones.
Yo no tengo que escalar ninguna cima inexpugnable,
ni conseguir ninguna meta inalcanzable.
Solo tengo que centrarme en lo que ya soy.

 

Fray Marcos


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En la fiesta de S. Juan Pablo II

Francisco: recordemos siempre el llamado de Papa Wojtyła a abrir las puertas a Cristo

El Papa Francisco dedica un tweet en el día en el que la Iglesia Católica recuerda la memoria liturgica di San Juan Pablo II, 41 años después del inicio del Pontificado de Papa Wojtyła.

Amedeo Lomonaco – Ciudad del Vaticano

“Demos gracias a Dios por todo el bien realizado en el mundo y en los corazones mediante las palabras, las obras y la santidad de #JuanPabloII. Recordemos siempre su llamamiento: “¡Abrid las puertas a Cristo!”. En el día en que la Iglesia recuerda al Papa Karol Wojtyla, Francisco tuitea en su Cuenta Oficial @Pomtifex y rebobina la cinta de la historia. Es el 22 de octubre de 1978, el día del comienzo del Pontificado de Juan Pablo II. Un día histórico precedido, el 16 de octubre, por la elección al trono de Pedro.

El día de la elección está marcado por el primer saludo y la primera bendición: «Eminentísimos Cardenales – dice Juan Pablo II – han llamado a un nuevo obispo de Roma. Lo han llamado de un país lejano …, pero siempre tan cerca para la comunión en la fe y la tradición cristiana. He sentido miedo de recibir este nombramiento, pero lo he hecho con el espíritu de obediencia a Nuestro Señor Jesucristo y con total confianza en su Madre, la Santísima Virgen».

“ ¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! (San Juan Pablo II) ”

Se abren las fronteras de los estados y los sistemas económicos

Unos días después, en la homilía del comienzo del Pontificado, Juan Pablo II pronunció estas palabras: «¡No tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Ayudad al Papa y a todos los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al hombre y a la humanidad entera! ¡No temáis! ¡Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos, los extensos campos de la cultura. de la civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce «lo que hay dentro del hombre». ¡Sólo Él lo conoce! En ese día, Juan Pablo II también elevó «una oración fervorosa, humilde y confiada»: «¡Oh Cristo! ¡Haz que yo me convierta en servidor, y lo sea, de tu única potestad! ¡Servidor de tu dulce potestad! ¡Servidor de tu potes­tad que no conoce ocaso! ¡Haz que yo sea un siervo! Más aún, siervo de tus siervos».

Que las palabras de San Juan Pablo II continúen a inspirar

Comentando las palabras pronunciadas por San Juan Pablo II en 1978, el Papa Francisco, el 17 de octubre del año pasado, durante la audiencia general, expresó un deseo dirigido a los fieles polacos:

«Las palabras que pronunció el día de la inauguración de su pontificado son siempre actuales: ¡No tengan miedo! Abran, abran de par en par las puertas a Cristo! Que sigan inspirando vuestra vida personal, familiar y social; que sean un estímulo para seguir fielmente a Cristo, para ver su presencia en el mundo y en el otro hombre, especialmente en aquel pobre y necesitado de ayuda. El hombre, de hecho, como enseñó el Papa procedente del linaje polaco, es el camino de la Iglesia. Los bendigo de corazón».

Huella indeleble

Con ocasión de una conferencia celebrada el 13 de octubre de 2018, el Papa Francisco subrayó que San Juan Pablo II «dejó una huella indeleble en la Iglesia y en la sociedad». «Que el redescubrimiento del testimonio de fidelidad a Dios y de amor al hombre de este venerable Predecesor mío – se lee en la carta – anime a todos, especialmente a los jóvenes, a abrir de par en par las puertas de Cristo para un generoso compromiso  en favor de la paz, de la fraternidad y de la solidaridad».

El tercer pontificado más largo de la historia

Juan Pablo II muere en Roma, en el Palacio Apostólico Vaticano, el sábado 2 de abril de 2005, a las 21.37, en la víspera del Domingo de la Divina Misericordia, instituida por él mismo. Su Pontificado es el tercero más largo de la historia, después de aquel de Pedro y de Pío IX. Los funerales solemnes, en la Plaza de San pedro, se celebraron el 8 de abril. Fue beatificado en el 2011 por su inmediato sucesor Benedicto XVI y canonizado el 27 de abril por el Papa Francisco.


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Biografia de la revista América sobre Newman

Blessed John Henry Newman is pictured in an 1865 photo. (CNS photo/courtesy Fathers of the Birmingham Oratory)

By the time John Henry Newman entered into the Catholic Church in 1845, he had grown disillusioned with his former Anglican faith.

In 1839, after reading about the heresy of monophysitism, Newman spoke of “doubts about the tenableness of Anglican tenets.” In 1841, his sermon declaring the Catholic character of the Church of England caught the ire of the Bishop of Oxford, who demanded Newman’s silence.

And on Sept. 25, 1843, after concluding his final sermon as an Anglican priest, Newman symbolically removed his stole, eliciting public lament. As the clever typesetting on the cover of the Rev. Michael Collins’s excellent new biography suggests, John Henry Newman, who is to be canonized by Pope Francis on Oct. 13, truly became a new man—and not just once.

Long before his conversion to Catholicism, Newman had committed himself to celibacy and a life of faith following a formative religious experience at age 15. Father Collins depicts this experience as “a conversion that made him more aware of the presence and majesty of God.”

Newmanby Michael CollinsMessenger Publications             $10.93  94 pp.

This brief biography of Newman and his often complicated times succeeds in portraying Newman as more than a formidable, occasionally irritable prelate or an eminent Catholic theologian, although both descriptions are apt. Instead, he portrays Newman as a human being, the kind that loves, grieves, struggles and at various times, triumphs.

At his death on Aug. 11, 1890, Newman left behind nearly 20,000 letters, numerous books and two autobiographies—not surprising for someone who read a library’s worth of books. What emerges from his writings, and through Father Collins’s recent work, is a man dedicated to his friends and his beliefs; a man unafraid of conflict at first hesitant to accept the august title of cardinal.

Newman was abandoned by his siblings following his conversion to Catholicism. His sister, Harriet, never communicated with him again. Father Collins explains that Harriet saw Newman’s conversion as “an act of betrayal” and feared that Newman “would infect her husband with the ‘Roman superstition.’”

At his death on Aug. 11, 1890, Newman left behind nearly 20,000 letters, numerous books and two autobiographies.

Newman publicly clashed with various church leaders throughout his life, including some Irish Catholic bishops who proved antagonistic toward Newman’s establishment of a Catholic university in Ireland in 1854. He found his life in Dublin a period of demoralizing setbacks and personal strain, and labeled his life “dreary.” He endured the insults of the Cambridge University professor Charles Kingsley and sparred in writing with Prime Minister William Gladstone of England.

But Father Collins also pays special attention to Newman’s rich, “intense” friendships, particularly with the Oratorian Ambrose St. John. Upon the death of Father St. John in 1878, Newman suffered tremendous grief. “I have ever thought that no bereavement was equal to that of a husband’s or wife’s, but I feel it difficult to believe that any can be greater, or anyone’s sorrow greater than mine,” wrote Newman about his friend’s death. According to his final wish, Newman was buried in the same grave as St. John and remained there undisturbed until Newman’s exhumation in 2008.

Newman is chiefly remembered today for his rejection of moral relativism and his theological contributions, especially his 1845 work, An Essay on the Development of Christian Doctrine. In this work, Newman contends, as Father Collins puts it, “that doctrine developed organically from the Bible.” This essay garnered respect from some in Rome and from certain theologians, including Giovanni Perrone, a Jesuit professor at the Gregorian University.

In all, Father Collins understands Newman not as “a stainless saint,” but as a dutiful friend and a multifaceted defender of the Catholic faith.
Correction, Oct.11: This review originally referred to the Jesuit college in Rome by its original title, the Roman College. It is now the Pontifical Gregorian University.


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Irma Dulce, la santa brasileña

Irmã Dulce, diventa santa la “Madre Teresa brasileira”. Bolsonaro assente

Il presidente annulla la sua partecipazione alla cerimonia di Roma e a quella a Salvador de Bahia. E nel Paese la questione diventa un caso

Maria Rita Lopes Pontes de Sousa Brito (foto © Irmadulce.org.br)

CITTÀ DEL VATICANO. La sua figura ha messo sempre tutti d’accordo: poveri e ricchi, politici di diversi partiti, fedeli di differenti confessioni. Domenica 13 ottobre la Chiesa proclamerà santa la suora brasiliana Dulce Lopes Pontes, per tutti “Irmã Dulce”, la cui fama di santità ha valicato i confini nazionali fino ad essere definita la «Madre Teresa brasileira».

Al secolo Maria Rita Lopes Pontes de Sousa Brito, la religiosa della Congregazione delle Suore Missionarie dell’Immacolata Concezione della Madre di Dio (1914-1992), candidata al Nobel per la Pace nel 1980, è figura di riferimento per la Chiesa sudamericana e icona anche per le correnti patriottiche che ne lodano il contributo offerto al Paese, soprattutto la costruzione di un’enorme opera di assistenza medica in favore delle fasce sociali più deboli oggi regolata dalle leggi federali.

Papi e presidenti hanno sempre mostrato grande devozione alla sua figura e il processo che l’ha portata agli onori degli altari è stato uno dei tre più veloci della storia, come ricorda il postulatore Paolo Vilotta, intervenuto in Sala Stampa vaticana insieme alla nipote della religiosa, Maria Rita Lopes Pontes, responsabile della continuità dell’Opera, in un Meeting point di presentazione della canonizzazione di suor Dulce e di altri quattro beati (tra cui il cardinale John Henry Newman) che Papa Francesco celebrerà tra due giorni in piazza San Pietro.

Proprio sulla cerimonia di canonizzazione si è creato ora un piccolo caso. Il motivo è la presenza, anzi, l’assenza del presidente brasiliano Jair Bolsonaro alle cerimonie: oltre a quella di Roma, anche la liturgia che si terrà il 20 ottobre a Salvador de Bahia, luogo in cui la santa è nata, vissuta e morta, nello stadio Fonte Nova di Salvador, una delle sedi dei Mondiali del 2014.

Bolsonaro aveva inizialmente annunciato la sua partecipazione, per poi annullarla per «problemi di agenda». Una nota diffusa nei giorni scorsi dall’ufficio stampa della Presidenza della Repubblica a Brasilia riferiva che il capo dello Stato aveva dovuto fare «aggiustamenti all’ordine del giorno» in vista del suo viaggio in Giappone che gli avrebbero impedito di essere presente alle celebrazioni a Bahia. Al suo posto andrà il vicepresidente, il generale Hamilton Mourao, che a Roma sarà accompagnato da senatori, deputati e magistrati.

«Non si sa perché ha cambiato idea all’ultimo momento», spiega Maria Rita Lopes Pontes, «inizialmente era sicuro che sarebbe stato con noi, lo aveva assicurato anche al nostro arcivescovo (Murilo Krieger, ndr). Era contento… ora ci sarà il suo vice in queste giornate così intense».

La questione riempie da giorni le pagine della stampa brasiliana, come riferiscono alcuni colleghi a Vatican Insider, e si sprecano le letture su questa decisione inedita. Mai, infatti, nella storia del Brasile un presidente aveva disertato la messa di canonizzazione di un proprio santo. E nel Paese che registra la maggiore presenza di cattolici, il capo dello Stato aveva sempre partecipato ad eventi (anche minori) organizzati dalla Chiesa.

In tanti leggono in questo forfait le frizioni che il presidente, sovranista, ultra conservatore, alleato e interlocutore per il Sud America di Donald Trump, ha mostrato da subito con l’episcopato brasiliano e soprattutto con Papa Francesco. Specialmente dopo l’indizione del Sinodo sull’Amazzonia, il «polmone verde» del mondo che si estende sul territorio di nove Stati e che nel solo Brasile occupa circa sei milioni di chilometri quadrati.

Verso l’Amazzonia e soprattutto verso i popoli indigeni che la abitano Bolsonaro non ha mai espresso particolare trasporto, anzi diverse volte si è lasciato andare pubblicamente a battute verso i nativi e, tra le sue prime misure di governo, ha tolto loro la gestione dei confini dei loro territori per affidarla alla lobby dei proprietari agricoli. Da ricordare anche che il leader del Partido Social-Liberal, intervenendo all’Assemblea generale delle Nazioni Unite, aveva “classificato” il Sinodo vaticano come una questione che minaccia la sovranità del Paese e aveva annunciato che chi vi avrebbe partecipato sarebbe stato sottoposto a indagini da parte dall’Agenzia di intelligence brasiliana.

Probabilmente la sua presenza in piazza San Pietro avrebbe creato un certo imbarazzo, proprio mentre il Sinodo si trova nel pieno dei lavori. Così come, secondo i media locali, il presidente si sarebbe trovato in difficoltà a “giustificare” la piena partecipazione ad un evento cattolico a quella ampia porzione di pentecostali che rappresenta la più grossa fetta del suo elettorato.

Per i credenti brasiliani, seppur il caso sia centrale nelle cronache dei media, l’assenza di Bolsonaro alla canonizzazione di “Irmã Dulce” rimane tuttavia una questione secondaria. Troppo forte è l’emozione nel vedere diventare santa questa suora che tanto ha fatto per i diseredati del suo Paese. Basti pensare all’Ospedale Sant’Antonio, una delle varie Obras Sociais Irmã Dulce (Osid), inaugurato ufficialmente nel maggio 1959 con 150 posti letto e che attualmente riceve circa tremila pazienti al giorno.

«È un evento che attendevamo da anni e, per fortuna, non lo abbiamo atteso tanto», afferma la nipote. «Il Brasile vive con grande gioia e gratitudine questa canonizzazione, perché tutti conoscevano “madre Dulce dei poveri” come una santa. Tanti hanno ricevuto un aiuto da lei o grazie al suo operato». I poveri, in primis, poi le consorelle e tutti i volontari che hanno lavorato al suo fianco, ma anche politici, funzionari statali, artisti. Come il noto scrittore Paulo Coelho, ad esempio, che ha recentemente affermato ad un giornale che «madre Dulce ha fatto la differenza nella mia vita» e ha donato oltre un milione di reais alla Fondazione di opere di beneficenza.

«La devozione verso questa prima santa brasiliana dell’epoca moderna nasce già  da quando lei era in vita», spiega il postulatore Vilotta, «abbiamo tantissima documentazione a riguardo. Non dimentichiamo che anche Giovanni Paolo II volle andare a trovarla sul letto di morte nel ’91 in occasione di un suo viaggio. Davvero si può dire che in Brasile anche la sabbia conosce Irmã Dulce».