Francisco y Kirill, «juntos por la paz, la vida y la familia, y contra las guerras, la violencia y el terrorismo»
De la capacidad común de «dar testimonio conjunto del Espíritu de la verdad» «depende, en gran medida, el futuro de la humanidad». Es uno de los pasajes más importantes de la declaración común firmada por Papa Francisco y el Patriarca Kirill en una de las salas del aeropuerto de La Habana, después de un encuentro de dos horas. El Patriarca de Moscú y el Papa se abrazaron y besaron después de casi mil años de separación.
El amplio y articulado documento de la declaración que fue firmada al final del coloquio que duró casi dos horas, está compuesto por treinta párrafos y fue afinado hasta el último momento; en él se habla sobre los cristianos perseguidos con la petición dirigida a la comunidad internacional para detener su expulsión de sus respectivos países y para poner fin al secularismo «agresivo» que representa una grave amenaza pues pretende empujar a los cristianos a los márgenes de la vida pública. Uno de los pasajes del texto habla de la familia formada por un hombre y una mujer, y expresa la tristeza de ambos por el hecho de que «otras formas de convivencia ya hayan sido situadas al mismo nivel de esta unión». Muy fuete el llamado al «derecho inalienable» a la vida: «La voz de la sangre de los niños no nacidos grita hacia Dios».
El primer «cara a cara» en la historia entre un Pontífice y un Patriarca de Moscú, que se encuentran «como hermanos en la fe cristiana», hablando «de corazón a corazón», se llevó a cabo en Cuba, «en la encrucijada entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste», una isla que es «símbolo de las esperanzas del ‘Nuevo Mundo’ y de los eventos dramáticos de la historia del siglo XX». Lejos «de las antiguas contiendas del ‘Viejo Mundo’», los líderes religiosos sienten «con particular fuerza la necesidad de un trabajo común», a pesar de las divisiones y de las heridas de los conflictos del pasado y de las divergencias heredadas. El fin último es «el restablecimiento de la unidad», un camino que debe ser recorrido hombro con hombro, sin inercias, «frente a los desafíos que exigen una respuesta común».
Una de las mayores preocupaciones son las «regiones del mundo en donde los cristianos son víctimas de persecución». «En muchos países del Medio Oriente y del Norte de África nuestros hermanos y hermanas en Cristo son exterminados por familias, aldeas y ciudades enteras». En Siria, en Irak y en otros países del Medio Oriente «constatamos con dolor el éxodo masivo de cristianos» de esas tierras. Por ello Francisco y Kirill piden «a la comunidad internacional que actúan urgentemente para prevenir la ulterior expulsión de los cristianos del Medio Oriente», pero con la consciencia de que los sufrimientos que viven los fieles de otras tradiciones religiosas, también «víctimas de la guerra civil, del caos y de la violencia terrorista». Los líderes religiosos pidieron a la comunidad internacional poner «fin a la violencia y al terrorismo» en Siria e Irak, para contribuir a la paz y garantizar una ayuda humanitaria «a gran escala».
Francisco y Kirill piden la liberación de los metropolitanos de la ciudad de Aleppo, secuestrados en abril de 2013. «Elevamos nuestras oraciones a Cristo, el Salvador del mundo, para el restablecimiento de la paz en el Medio Oriente». En la declaración se invocan mesas de negociación y la lucha contra el terrorismo.
Después, los líderes de la Iglesia católica y de la Ortodoxia ruda hablaron sobre lo que Francisco define como «el ecumenismo de la sangre»: «Nos inclinamos ante el martirio de los que, al costo de la propia vida, testimonian la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte a la apostasía de Cristo. Creemos que estos mártires de nuestro tiempo, que pertenecen a diferentes Iglesias, pero están unidos por un sufrimiento común, son una prenda de la unidad de los cristianos». «Ningún crimen puede ser cometido en nombre de Dios», recuerdan juntos el Papa y el Patriarca.
Después de haber hablado sobre la gran renovación de la fe cristiana que se está dando en Rusia, Francisco y Kirill se dijeron preocupados por las restricciones que se están imponiendo a la libertad religiosa. «En particular, constatamos que la transformación de algunos países en sociedades secularizadas extrañas a cualquier referencia a Dios y a su verdad, constituye una gran amenaza para la libertad religiosa». Una «fuente de inquietud» es la progresiva disminución «de derechos de los cristianos, si no incluso su discriminación, cuando algunas fuerzas políticas, guiadas por la ideología de un secularismo muchas veces muy agresivo, tratando de empujarlos a los márgenes de la vida pública».
Los dos líderes invitan a permanecer alertas «contra una integración que no sería respetuosa de las identidades religiosas. Aún permaneciendo abiertos al aporte de otras religiones a nuestra civilización, estamos convencidos de que Europa debe permanecer fiel a sus raíces cristianas». No podemos permanecer indiferentes «ante la suerte de millones de migrantes y de refugiados que tocan a las puertas de los países ricos», se lee en la declaración común, que expresa la preocupación de ambos por «el consumo desenfrenado, como se ve en algunos países más desarrollados», que «está agotando gradualmente los recursos de nuestro planeta». «Las Iglesias cristianas —continúan el Papa y Kirill— están llamadas a defender las exigencias de la justicia, el respeto por las tradiciones de los pueblos y una auténtica solidaridad con todos los que sufren».
Algunos párrafos están dedicados a la familia y a la vida, y no dejan lugar a dudas. «Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos países»: la familia «se funda en el matrimonio, acto libre y fiel de amor de un hombre y de una mujer… Nos entristece que otras formas de convivencia ya hayan sido situadas al mismo nivel de esta unión, mientras el concepto de paternidad y de maternidad como vocación particular del hombre y de la mujer en el matrimonio es arrancado de la conciencia pública».
Francisco y el Patriarca de Moscú piden « a todos respetar el derecho inalienable a la vida. Millones de niños son privados de la posibilidad misma de nacer en el mundo. La voz de la sangre de niños no nacidos grita a Dios». Expresan también su preocupación por la «llamada eutanasia», que provoca que «las personas ancianas y los enfermos comiencen a sentirse un peso excesivo para sus familias y para la sociedad en general». Temor también por el desarrollo de las técnicas de procreación médicamente asistida, «porque la manipulación de la vida humana es un ataque contra los fundamentos de la existencia del hombre, creado a imagen de Dios».
Lo que une a los ortodoxos y a los católicos no es, pues, solamente la misma tradición de la Iglesia del primer milenio, sino también «la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo de hoy». Una misión que «implica el respeto recíproco por los miembros de las comunidades cristianas y que excluye cualquier forma de proselitismo. No somos competencia, sino hermanos, y de con este concepto deben ser guiadas todas nuestras acciones recíprocas y hacia el mundo exterior». Por lo tanto, no se puede aceptar que se recurra a «medios desleales para incitar a los creyentes a pasar de una Iglesia a otra».
Francisco y Kirill esperan que este encuentro pueda contribuir a la reconciliación en donde existan «tensiones entre greco-católicos y ortodoxos». Hoy está claro, se lee en la declaración, que «el método del ‘uniatismo’ del pasado, comprendido como unión de una comunidad a la otra, separandola de su Iglesia, no es una manera que permita restablecer la unidad». Sin embargo, «las comunidades eclesiales que aparecieron en estas circunstancias históricas tienen el derecho de existir y de emprender todo lo que sea necesario para satisfacer las exigencias espirituales de sus fieles, tratando, al mismo tiempo de vivir en paz con sus vecinos».
También es muy significativo el llamado a deplorar el enfrentamiento en Ucrania: «Invitamos a todas las partes en conflicto a la prudencia, a la solidaridad social y a la acción para construir la paz. Invitamos a nuestras Iglesias en Ucrania a trabajar para llegar a la armonía social, a abstenerse de participar en el enfrentamiento y a no sostener ningún ulterior desarrollo del conflicto». Justamente los cristianos católicos de rito oriental de Ucrania habían expresado los temores más fuertes por el encuentro entre el Papa y el Patriarca.
Después de firmar la declaración conjunta, Kirill y Francisco pronunciaron unos breves discursos antes de despedirse.
Kirill agradeció al presidente de Cuba, Raúl Castro, y dijo que durante dos horas él y el Papa tuvieron una discusión abierta con pleno entendimiento de la «responsabilidad por nuestras Iglesias, por nuestro pueblo creyente por el futuro del cristianismo y por el futuro de la civilización humana. Fue una conversación con mucho contenido que nos dio la oportunidad de entender y sentir las posiciones de uno y otro. Y los resultados de la conversación me permiten asegurar que las dos Iglesias pueden operar conjuntamente defendiendo a los cristianos en todo el mundo, y con plena responsabilidad trabajar conjuntamente que no sea la guerra, para que la vida humana se respete en todo el mundo. Para que se fortalezcan las bases de la moral personal, familiar y social, y que a través de la participación de la iglesia en la vida de la sociedad humana moderna se glorifique el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y del Espíritu Santo».
Después el Papa dijo: «Santidad, Eminencias, Reverencias, hablamos como hermanos, tenemos el mismo bautismo, somos obispos. Hablamos de nuestras Iglesias y coincidimos en que la unidad se hace caminando. Hablamos claramente sin medias palabras, y yo les confieso que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo. Agradezco la humildad de Su Santidad, humildad fraterna, y sus buenos deseos de unidad. Por eso quiero agradecer una vez más a Su Santidad su benévola acogida, como así mismo a los colaboradores, y nombro a dos, su Eminencia el metropolita Hilarion y su Eminencia el cardenal Koch, con todos sus colaboradores que han trabajado para esto. No quiero irme sin dar un sentido agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su presidente aquí presente. Y agradezco su disponibilidad activa, si sigue así, Cuba será la capital de la Unidad. Y que todo esto sea para gloria de Dios Padre Hijo y Espíritu Santo y para el Santo Pueblo Fiel de Dios bajo el Manto de la Santa Madre de Dios».